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Tragedia en San Andrés Islas

Sin tener aún un acceso a las comunicaciones que permita conocer en detalle lo ocurrido en la isla de Providencia, los temores sobre una devastación de grandes proporciones son cada vez más grandes. Es el momento para pedir que Colombia se vuelque hacia el archipiélago de San Andrés.

16 de noviembre de 2020 Por: Editorial .

Sin tener aún un acceso a las comunicaciones que permita conocer en detalle lo ocurrido en la isla de Providencia, los temores sobre una devastación de grandes proporciones son cada vez más grandes. Es el momento para pedir que Colombia se vuelque hacia el archipiélago de San Andrés para ofrecer su apoyo y solidaridad a las más de 61 mil personas que padecen el embate furioso de la naturaleza.

El Iota pasó por las islas colombianas en su camino hacia Nicaragua y Honduras. De categoría cinco y con vientos hasta de 250 kilómetros por hora, el enorme fenómeno es el número treinta de una temporada absolutamente atípica en la cual se han producido hasta hoy 30 huracanes en el caribe y se espera por lo menos uno más en los próximos días.

Su fuerza y la cantidad gigantesca de agua que moviliza sirve para anticipar la capacidad de destrucción que arrastra consigo. Esa que se abatió sobre Providencia donde viven 6000 colombianos cuya suerte se desconoce, y pasó a 50 kilómetros de San Andrés donde residen 55 mil personas, y por donde el fenómeno era una tormenta tropical con vientos de cien kilómetros por hora.

Hasta anoche, las condiciones de Providencia eran casi desconocidas, mientras en la capital del archipiélago se realizaba un censo de damnificados y una evaluación preliminar de los daños ocasionados por Iota. Son muchas las casas afectadas, centenares de familias que han perdido sus viviendas, muchos daños en las vías, acompañados de la falta de fluido eléctrico y las dificultades consecuentes para comunicarse con el interior del país.

Puede decirse entonces que se está produciendo una catástrofe a la cual se le debe adicionar los daños que dejó hace 15 días el paso del huracán Eta, los estragos causados por la pandemia del Covid-19 que obligó a suspender el turismo por seis meses y llevó al cierre de numerosos establecimientos comerciales, turísticos y de servicios en general. Todo un cuadro de males y tragedias que reclaman con urgencia la respuesta inmediata de todo el país, más aún cuando su servicio de salud es prácticamente inexistente.

Y entendiendo que el Gobierno Nacional y las autoridades militares y de policía deben ser quienes encabecen la respuesta a la mayor brevedad posible, ahora es necesario convocar a los sectores privados y a los colombianos en general para atender la emergencia que afecta a miles de compatriotas que tanto en el archipiélago como en amplias zonas de la Costa Atlántica, Antioquia y el Chocó están padeciendo las inundaciones y la tragedia causada por fenómenos atmosféricos jamás vistos, como un huracán de categoría cinco.

San Andrés y Providencia necesitan la presencia de Colombia y del apoyo solidario para superar la tragedia que enfrentan. Y no se trata sólo de esperar los anuncios oficiales sino de ofrecer la solidaridad que sea precisa para reconstruir lo que sea necesario y tomar las medidas que sean del caso para recuperar su actividad social, turística y económica.
Apoyar a las islas que son parte de nuestro territorio y nuestra nación, ofrecerles oportunidades a sus habitantes y devolverles la tranquilidad es un deber para todos los colombianos.

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