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Sin salida posible

El acuerdo para retirar a la Gran Bretaña de la Unión Europea es lo más parecido a una novela de suspenso que se prolonga en el tiempo y no parece tener fin.

14 de marzo de 2019 Por: Editorial .

El acuerdo para retirar a la Gran Bretaña de la Unión Europea es lo más parecido a una novela de suspenso que se prolonga en el tiempo y no parece tener fin. Además, es la demostración patente de la precariedad a la cual ha llegado el gobierno de la primera ministra Theresa May, quien ya confesó que no está de acuerdo con ese retiro.

Quizás, en esa posición haya influido la sucesión de derrotas que le han propinado a sus propuestas salidas de las negociaciones con la UE. Meses de buscar soluciones, de hacer propuestas para evitar el peligro que implica el que Irlanda del Norte haya votado no al Brexit mientras Inglaterra decía sí por apretado margen, han creado un profundo desgaste incluso en el partido de la señora May, que impide sacar avante la separación.

Más importante aún, es que los gestos de las mayorías en la Cámara de los Comunes coinciden ya con la posición de la UE. Es decir, ya es cada vez más claro que ninguno de los dos quiere el retiro de Gran Bretaña, y están dispuestos a prolongar en el tiempo una decisión que causará muchos problemas y daños a ambos lados.

En otros términos, lo que se está presentando es una dilación vestida con formalidades como las sesiones acaloradas en el Parlamento inglés, donde la gran perdedora es la Primera Ministra. Y unas negociaciones a las cuales vuelve la señora May para que el representante de los países europeos afirme que ya no hay nada que negociar y que la Unión no está dispuesta a otorgar más concesiones.

Entre el martes y ayer, la mayoría de los diputados británicos, incluidos oficialistas, repitieron su negativa al acuerdo negociado por la jefa del partido Tory y del Gobierno. Y afirmaron que no aceptan salir sin acuerdo, lo cual produjo la reacción inmediata en Europa, donde algunos aseguraron no estar de acuerdo pero ya todos se preparan a ampliar el plazo fatal, que por ahora vence el próximo 29 de marzo. Es decir, sí pero no.

Todo indica entonces que el plazo será ampliado sin que aún se sepa hasta cuándo. Lo que sí queda claro es que no será antes de mayo próximo, por lo cual Gran Bretaña deberá elegir eurodiputados y tendrá que seguir pagando las cuotas que le corresponden como miembro de pleno derecho de la Unión creada hace 26 años.

Existe otra alternativa que los sectores involucrados aún niegan. Es la realización de un segundo referendo para que los británicos confirmen el retiro o lo nieguen, lo cual produciría un gran alivio en la enrarecida situación política de su país. Lo que sí parece inevitable ante la debilidad que demuestran las continuas y estruendosas derrotas de Theresa May, es su renuncia y el llamamiento a elecciones, así su partido se debata entre quienes defienden el retiro y quienes lo rechazan.

Es la novela del Bréxit, iniciativa que empezó con el brillo de una declaración de independencia y nacionalismo en las urnas y tres años después languidece sin tener quién se decida a impulsarlo o a enterrarlo como corresponde. Con él, el liderazgo político en la Gran Bretaña experimenta una de las peores épocas de su historia, causada por un referendo.

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