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Los problemas de Francia

Francia no es Grecia, ni Irlanda, ni siquiera España. Ha sido la sexta economía del mundo y el corazón de la civilización europea. Su caída arrastrará al resto del continente, incluida Alemania, y con ello pone en peligro al mundo entero.

8 de septiembre de 2014 Por:

Francia no es Grecia, ni Irlanda, ni siquiera España. Ha sido la sexta economía del mundo y el corazón de la civilización europea. Su caída arrastrará al resto del continente, incluida Alemania, y con ello pone en peligro al mundo entero.

Hace poco un canal de televisión de Francia informó sobre la posibilidad de que el gobierno venda la Mona Lisa para pagar las billonarias deudas del país. Todo un absurdo, no sólo porque lo recaudado resultaría insuficiente, sino porque la comercialización del patrimonio cultural está prohibido en Francia. Pero la especie, que se propagó por doquier, da una idea del desespero en que ha caído Francia, la segunda economía de Europa y una de las principales del mundo. El país se encuentra en recesión, los niveles de empleo se mantienen altos aunque menores que en otros países europeos y el crecimiento económico está paralizado. Mientras tanto la deuda nacional ha crecido por el empeño del gobierno socialista de Françoise Hollande en mantener un nivel alto de inversiones públicas con el fin de paliar los efectos de la crisis financiera, aunque la economía no despegue y no genere los recursos suficientes, ni para invertir ni para pagar la creciente deuda.Paul Krugman, premio Nobel de Economía, analizó el tema en una columna del New York Times: “si la economía europea sigue estancada o empeora, ¿qué pasará con el proyecto europeo, esa iniciativa a largo plazo para garantizar la paz y la democracia a través de la prosperidad compartida? Al fallarle a Francia, Hollande también le está fallando al conjunto de Europa, y nadie sabe lo mal que podrían ponerse las cosas.”Aunque por su posición ideológica, Krugman es enemigo de las políticas de austeridad impulsadas por Alemania y no les reconoce capacidad para superar la crisis europea, también es pragmático y comprende que se debe buscar la estabilidad fiscal y evitar la prosperidad al debe. Es decir, mantener un equilibrio entre las inversiones para el crecimiento y la austeridad en el gasto público. Pero considera que el presidente francés no ha hecho ninguna de las dos cosas bien.Súmesele a esto la crisis entre Ucrania y Rusia, el estallido frecuente de ira en las barriadas populares de la ciudades francesas porque los jóvenes, sobre todo los jóvenes franceses hijos de emigrantes, no encuentran empleo, la parálisis de Italia y el estancamiento de Alemania. Allí se puede entender por qué la situación de Europa tiene visos de desespero, y por qué lo sucedido con Francia tiene tanto impacto en el viejo continente.Francia no es Grecia, ni Irlanda, ni siquiera España. Ha sido la sexta economía del mundo y el corazón de la civilización europea. Su caída arrastrará al resto del continente, incluida Alemania, y con ello pone en peligro al mundo entero. Un efecto directo de la mala política económica de los socialistas franceses ha sido el crecimiento rápido de la favorabilidad en la opinión pública del movimiento Frente Nacional, guiado por políticas xenofóbicas, antisemitas y peligrosamente racistas, en una nación que ha abierto las puertas a la inmigración africana con una generosidad mayor que ningún otro país europeo.Así, si Francia cae, con ella puede caer Europa, si no hay una corrección a fondo. Y si no se toma la decisión de acabar con la propensión a subsidiar la vida de los ciudadanos aunque sea al debe.

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