La herencia de Trump

Entre los hechos internacionales y además de la pandemia, la crisis económica y social que de ella se deriva y los conflictos inacabables, los resultados de la elección presidencial en los Estados Unidos y la reacción de su presidente y candidato derrotado desnudaron las debilidades de la democracia cuando sus participantes desconocen el veredicto de las urnas.

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20 de dic de 2020, 11:55 p. m.

Actualizado el 24 de may de 2023, 12:46 a. m.

Entre los hechos internacionales y además de la pandemia, la crisis económica y social que de ella se deriva y los conflictos inacabables, los resultados de la elección presidencial en los Estados Unidos y la reacción de su presidente y candidato derrotado desnudaron las debilidades de la democracia cuando sus participantes desconocen el veredicto de las urnas.

A través de su larga carrera como empresario, Donald Trump ha sido reconocido por su irreverencia y el manejo mediático que lo hace figura de primer orden, con resultados que no dejan de causar polémica. Luego, y desde hace cinco años cuando se presentó como candidato a la presidencia y ganó las elecciones de 2016 contra todo pronóstico, el presidente en funciones ha sido el gran rebelde que desconoce incluso las normas, valores y principios que hicieron posibles su elección.

Su discurso ha sido todo lo contrario al de un presidente que simboliza la unión en el país más poderoso y más simbólico de la democracia occidental. En vez de eso, su gobierno ha sido foco constante de polémicas que han dividido su nación y desencadenado una polarización jamás imaginada, al punto en que la pugnacidad ha terminado por ser el lenguaje a través del cual se dan a conocer las decisiones de un gobierno que descalifica a quien piense distinto y a todo aquel que no esté con su presidente.

Más allá de sus errores y sus aciertos como gobernante, Trump ya es reconocido por la manera en que usa la confrontación para pasar a la historia. Ahora, y a partir de los resultados de las elecciones del pasado 3 de noviembre donde fue derrotado de manera clara e inobjetable, su actuación bordea ya los límites del desacato a las leyes que rigen la democracia de su país, algo insólito que está debilitando la credibilidad misma del Estado de Derecho en su nación.

Nunca como ahora, un presidente de EE.UU., ha desconocido los resultados de unas elecciones, ni ha puesto en tela de juicio el sistema mediante el cual él mismo fue elegido. Por increíble que parezca, mientras que sus propios funcionarios y copartidarios reconocen el triunfo de su rival demócrata, Trump se empeña en seguir denunciando un fraude que no ha demostrado a pesar de las centenares de denuncias que han sido rechazadas por los jueces, empezando por la Corte Suprema de los Estados Unidos, donde él supone que tiene magistrados que le deben lealtad.

Como consecuencia de ese comportamiento, aparecen ya brotes de radicalismos y de conductas hostiles mediante las cuales los fanáticos de Trump empuñan armas, lanzan consignas y amenazan incluso al nuevo presidente Joseph Biden. Son campañas incendiarias desde sus cuentas en Twitter y financiadas por aportes de sus seguidores encaminadas a encender más el ambiente político, en vez de apagar la hoguera de la confrontación que genera una elección y dedicar los esfuerzos a enfrentar de manera unida el desafío del Covid-19 que se ha llevado la vida de más de trescientos mil estadounidenses en once meses.

Esa es la herencia que deja Donald Trump, el presidente de Estados Unidos hasta el próximo 20 de enero de 2021.

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