El pais
SUSCRÍBETE

La crisis de Argentina

Argentina debe sumar una crisis de gobernabilidad a la tragedia de tener una inflación del 50% anual, un desempleo superior al 20% y la desesperanza que le dejan el populismo que hoy la gobiernan.

16 de septiembre de 2021 Por: Vicky Perea García

Las elecciones los unieron, les entregaron la presidencia y le otorgaron a Cristina Kirchner la inmunidad que necesitaba para escapar de la Justicia. Dos años después, las elecciones los separan, dejando en la encrucijada a Alberto Fernández, presidente de Argentina, mientras su aliada trata de obligarlo a tomar las decisiones que ella ordene, en una prolongación de la eterna crisis política y económica del otrora poderoso país suramericano.

La causa de ahora está en la estruendosa derrota de la coalición de gobierno en las elecciones previas conocidas como Paso. Esa coalición mostró la unión del antiguo peronismo y juntó a la señora Kirchner con quien fuera su ministro y jefe de gabinete, además de otros sectores, con lo cual lograron derrotar a Mauricio Macri, entonces presidente y aspirante a la reelección por una coalición de derecha.

En su momento, Fernández se mostró como una renovación y la alternativa para sacar a Argentina de una crisis, otra más en la ya eterna cadena que hunde a lo que en un momento fue la economía más importante de Suramérica. Inflación, devaluación, incumplimiento en los pagos de su deuda pública, apelación al Fondo Monetario Internacional, crecimiento de la pobreza y el desempleo son las constantes de un país en el cual no parece existir el consenso necesario para superar el lastre que arrastra por décadas.

A cambio de las fracasadas políticas de Macri, lo que Fernández ofreció fue el populismo clásico del peronismo, convenientemente alimentado por el kirchnerismo en los últimos veinte años. Y produjo la alianza con Cristina para conseguir los votos a cambio de la impunidad que ella buscaba mediante la neutralización de los jueces que la persiguen, aunque detrás de todo estaba la puja de la expresidenta y nueva vicepresidenta por controlar el gobierno.

La fórmula sólo sirvió para profundizar el desastre y la quiebra del Estado, agravada por la llegada de la pandemia. De resultas, muchos de quienes votaron por ella hace dos años los rechazaron el pasado domingo, y se espera una derrota aún más estruendosa en noviembre próximo. Todo lo cual llevó a doña Cristina, vieja aliada y socia del chavismo venezolano y miembro principal del socialismo siglo XXI, a jugar sus cartas.

El pasado martes, Argentina amaneció con la renuncia de ministros y funcionarios pertenecientes al kirchnerismo, la movida de la expresidenta para obligar a Fernández a cambiar su gabinete y retirar al Ministro de Hacienda, a quien pretende señalar como el culpable de la crisis y del descalabro electoral. En respuesta, el presidente Fernández respondió diciendo que el que manda es él, lo que se constituye en el principio de una ruptura o de la negociación con la vicepresidenta.

Así, Argentina debe sumar una crisis de gobernabilidad a la tragedia de tener una inflación del 50% anual, un desempleo superior al 20% y la desesperanza que le dejan el populismo que hoy la gobiernan. Y la incapacidad de producir la unión que necesitan los argentinos para rescatar a su país y superar la crisis eterna en que lo hundió la política egoísta de los últimos cincuenta años.

AHORA EN Editorial