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El mundo por descubrir

En cada mililitro de agua de mar, en cada centímetro de lecho marino o de arrecife rocoso, en cada árbol de manglar, hay vida.

18 de marzo de 2022 Por: Editorial .

Los océanos son los grandes desconocidos del planeta. Sus profundidades son un misterio, aún está por descubrirse parte importante de su biodiversidad y no es posible comprender el comportamiento de muchas especies que pueblan los mares del mundo. Cuanto antes se cierre esa brecha, más rápido se protegerá y conservará un patrimonio vital para la humanidad.

Por todas esas razones tiene gran valor que la expedición NatGeo Pristine Seas esté en nuestro país explorando y descubriendo los mares del Pacífico y el Caribe colombianos. Durante seis semanas 20 científicos e investigadores, con el apoyo de entidades ambientales nacionales e internacionales se internarán hasta los 6000 metros de profundidad en las aguas del santuario de fauna y flora de Malpelo que hace parte del Valle del Cauca, así como en la bahía chocoana de Tribuga, para después recorrer la reserva de biosfera Seaflower en el archipiélago de San Andrés.

El buque Argo es la base de las operaciones que iniciaron el pasado 1 de marzo. Desde ahí salen los buzos, un submarino tripulado que alcanza los 450 metros de profundidad y se lanzan las cámaras que pueden llegar hasta los 6000 metros debajo de la superficie. Así es como ya se han encontrado en Malpelo especies desconocidas, una biodiversidad de la que no se tenía registro y también se ha determinado que la contaminación afecta incluso ese universo al que hasta ahora no se había llegado.

Las expediciones tienen un objetivo importante para Colombia; determinar cuáles serán esas nuevas áreas marinas protegidas. El país se comprometió el año anterior ante el mundo a lograr que al menos el 30% de sus dos océanos se conviertan en zonas de reserva natural y para conseguirlo debe tener claro el estado actual de sus ecosistemas, la riqueza que albergan así como integrar a esa conservación a las comunidades que habitan en sus litorales y hacerlas partícipes de sus cuidados y de su uso sostenible.

Para conseguirlo es necesario en primer lugar “llenar los vacíos de conocimiento y abordar las necesidades de las comunidades locales”, como bien lo dice Enric Sala, director del programa Pristine Seas y uno de los expedicionarios. La ignorancia es un enemigo tan peligroso como aquellos que destruyen los ecosistemas o son indiferentes ante el daño que se les está causando a la naturaleza y al medio ambiente.

En cada mililitro de agua de mar, en cada centímetro de lecho marino o de arrecife rocoso, en cada árbol de manglar, hay vida. Si se preserva desde el plancton diminuto hasta la más grande de las ballenas, si se impide que los océanos que ocupan las dos terceras partes del planeta se sigan deteriorando, si se les devuelve el equilibrio, se garantiza un mejor futuro para la Tierra y para la humanidad.

En ello Colombia, con el privilegio de estar rodeado por el Pacífico y el Atlántico, tiene una inmensa responsabilidad. Declarar al menos el 30% de sus mares como zonas de reservas naturales es importante, pero aún lo es más conocer sus profundidades y a partir de ahí garantizar su conservación.

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