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Calle 25 con Carrera 1. Es el penúltimo tramo donde la red férrea aún se conserva, dado que solía ser utilizado por el Ferrocarril del Pacífico hasta el año pasado. El sitio es frecuentado por habitantes de calle y consumidores de alucinógenos. Vecinos del barrio San Nicolás advierten que este es un corredor inseguro a cualquier hora del día. | Foto: Jorge Eliécer Orozco / El País

MOVILIDAD

La red férrea para el tren de cercanías, una vía donde solo se mueve el abandono

El corredor por el que se deslizaría el tren de cercanías se esfumó en varios tramos.

8 de octubre de 2018 Por: Redacción de El País 

La firma del convenio entre la Gobernación del Valle del Cauca, la Embajada de Francia y la empresa Systra para realizar el estudio de prefactibilidad del tren de cercanías busca el renacer de este medio de transporte, mejorar la movilidad entre Cali, Palmira, Yumbo y Jamundí y, al mismo tiempo, fortalecer la competitividad del departamento. Un proyecto que pretende, porqué no, despertar ese coloso durmiente que es el corredor férreo. 

Hoy el estado de la vía férrea es más malo que bueno. En Yumbo y Palmira la infraestructura está en relativo buen estado, pues aún se conservan la mayoría de las traviesas (bloques de madera o cemento que sirven de apoyo a los rieles) y los rieles, mientras que a su paso por Cali la vía está incompleta en más del 75 %, ya que solo sobreviven intactos los 4,7 kilómetros que hay entre la Avenida 4N con Calle 70 y la Carrera 8 con Calle 25 (diagonal a Postobón). Hacia Jamundí los rastros de que alguna vez pasó un tren con pasajeros y carga son endebles, apenas quedan en pie un par de pasos metálicos que servían para atravesar cañadas y ríos como el Jamundí o el Pance; el resto desapareció hace mucho tiempo.

La última vez que el tren pasó frente a la casa de Stella Vargas, en el barrio Olímpico de Palmira, fue hace cinco años. Lo hizo cargado de balastro en sus vagones, no con pasajeros como lo solía hacer hasta finales de los años 70, cuando abordaba esa serpiente mecánica con el propósito de llegar a Cali para ir a estudiar derecho en la Universidad Santiago de Cali.

“El tren se demoraba más en llegar a Cali que un bus del Expreso Palmira, pero era mucho más económico porque se pagaban como ocho pesos y el bus costaba trece. Era un lujo montar en tren, era una experiencia casi religiosa, porque los asientos eran cómodos y uno se sentía como en una película de época”, cuenta Vargas.

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La red férrea en Palmira está en su mayoría despejada, a excepción de un par de metros en el barrio Los Robles donde se han construido cuatro viviendas, tres de ellas en material y una en latas de zinc, colindantes con los rieles y que están casi invadiendo el corredor natural del tren.

Comentan taxistas y residentes del sector que el sitio “es una calentura brava” porque suele ser utilizado como escondite de bandidos y consumidores de alucinógenos.

Según la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, en el momento no hay continuidad del corredor entre Cali y Palmira, debido a la caída parcial del puente sobre el río El Bolo, a la altura del kilómetro 185.

Sentados sobre la carrilera, a tres cuadras del parque Bolívar, en Yumbo, están José y Belisario con palas en sus manos y botas pantaneras con rezagos de barro que les colman hasta los tobillos. Desde hace tres años los rieles del ferrocarril se volvieron su oficina. Todos los días desde las 8:00 de la mañana esperan que pase alguien en una volqueta o una camioneta buscando obreros para cargar arena, piedra, balastro, cavar zanjas o fundir metales. Lo que sea a cambio de un puñado de billetes.

A pocos pasos de allí, la maleza ya empieza a ‘comerse’ las locomotoras que, según vecinos de la estación del Ferrocarril del Pacífico en Yumbo, desde más de un año frenaron su actividad. Comenta Belisario que allí, en el barrio Fray Peña, los únicos que usan la vía férrea son los perros que deambulan y algunos habitantes de calle que utilizan el sitio como baño público al mediodía sin pudor alguno.

Más abajo, sobre todo el corredor que atraviesa Arroyohondo, los rieles del tren apenas si se divisan a su paso por los callejones por los que transitan las tractomulas.

El paso del tiempo y la falta de mantenimiento de esta infraestructura han hecho que la naturaleza termine cubriendo los rieles con yerba que supera los 1,70 metros a lo largo de 7 kilómetros que separan a Yumbo de la entrada a Cali.

De hecho, la ANI advierte que el tramo que conecta a Yumbo con Cali requiere mejoras en la vía para conectarse y seguir hacia La Cumbre.

La operación del Ferrocarril del Pacífico desde el 2008 hasta el 2017 obligó al concesionario a rehabilitar buena parte de los rieles de acero y las traviesas de madera que por años fueron hurtados. Es por eso que el corredor férreo a la entrada de Cali por la Calle 70 con Avenida 4N, en el barrio La Flora, está incólume desde que se repusieron las piezas extraviadas.

Sin embargo, la falta de uso de la red férrea ha generado que las antiguas casetas situadas en el barrio La Flora se conviertan en guarida de ladrones y consumidores de estupefacientes, según denuncia Diana Azcárate, residente de ese sector.

“Por aquí no se puede pasar porque a cualquier hora hay personas fumando marihuana. Al menos tres veces a la semana uno escucha gente a la que la han robado sobre la vía férrea, eso no pasaría si se le diera un uso a las cosas y se iluminara la zona”, asegura Azcárate.

A espaldas del molino de Roncallo, comienza la muerte de la vía férrea en Cali. A partir de este punto el rastro de los rieles sobre la Calle 25 es nulo, apenas se perciben algunos rezagos enterrados de las que solían ser las traviesas de madera del antiguo tren.

El consumo de alucinógenos es una constante a lo largo del corredor férreo que cruza a Cali de sur a norte usando el separador vial de la Calle 25. Lo es en las carreras 1, 15, 29, 39, 44 y 48; en esta última, sobre la vía que alguna vez existió, yace desde hace más de ocho años el asentamiento conocido como ‘El Pasaje de la Misma Gente’, un espacio en el que viven más de 120 familias.

Más al sur del departamento se pierden las huellas del ferrocarril. De hecho, los únicos rastros que quedan camino a Jamundí son las bases de un pequeño puente metálico junto al centro campestre Comfandi Pance.
Y es precisamente en la zona urbana de Jamundí donde la vía es tan esquiva que solo sobrevive un pequeño tramo de menos de cinco metros en el barrio Piloto. Allí, los restos de los rieles yacen a las puertas de un taller mecánico.

Ese es el estado de la vía por la cual se deslizaría el anhelado tren de cercanías. Sin duda, el primer paso para materializar ese sueño es recuperar ese corredor que ha ido desapareciendo con los años y el abandono.

Un pacto de cara al futuro

Para el estudio de prefactibilidad el gobierno francés aportará más de $3000 millones, mientras la Gobernación del Valle del Cauca y la Alcaldía de Cali pondrán 2700 millones. Los municipios beneficiados también realizarán aportes.

El proyecto del tren de cercanías comprende 65 kilómetros de vía férrea, 23 kilómetros de zonas verdes y ciclorutas y 1,2 millones de metros cuadrados de espacio público, para articular los municipios de Cali, Palmira, Yumbo y Jamundí.

Alejandro Eder, director ejecutivo de FDI Pacífico, dijo que “esperamos que en 2018 esté listo el estudio de prefactibilidad, en diciembre de 2019 la factibilidad y que, en el año 2020, cuando entren las nuevas administraciones se pueda iniciar la construcción por lo menos de la primera línea del tren, que según lo que hemos visto en otros países puede tardar entre 4 a 5 años”.

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