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Un mundo de migraciones

2 de agosto de 2010 Por:

El inmigrante ilegal se encuentra desprotegido...

Desde la antigüedad los pueblos han emigrado en busca de prosperidad y mejores condiciones de vida. Cinco siglos antes del nacimiento de Cristo, Heródoto se preguntaba alarmado “¿quiénes son esos hombres extraños que preparan alimentos desconocidos a las puertas de Atenas?”. Las mismas razones, a las que se les debe agregar la guerras, el ejercicio de la violencia, la opresión política y las violaciones a los derechos humanos explican hoy los grandes flujos migratorios que transforman y convulsionan las sociedades contemporáneas. Nadie a quien le vaya bien en su tierra, escoge vivir en otra parte. La pobreza y la falta de oportunidades son las razones principales de los flujos migratorios en el mundo. Y la explicación sobre por qué las corrientes de emigrantes fluyen casi siempre desde el sur subdesarrollado hacia el norte industrializado.Pero el aspecto más problemático de las migraciones tiene que ver con la existencia de un creciente número de inmigrantes ilegales que han abarrotado los mercados de trabajo en Europa y Estados Unidos, principalmente. Esta condición de ilegales es causa de un doble traumatismo, que afecta tanto a los emigrantes como a sus familias, al igual que a la sociedad a la que llegan.El inmigrante ilegal se encuentra desprotegido, por lo que su vida está cargada de infortunio desde el mismo momento en que inicia su viaje ilusorio. Es víctima de atropellos desde que sale de su país hasta que llega a su destino. Por otra parte, muchos empresarios de los países ricos aprovechan la condición de ilegalidad de esta mano de obra para pagarla por debajo de los precios del mercado y sin aportar a la seguridad social, con lo que desarrollan una competencia desleal en sus propias sociedades.Además, este menospago de la mano de obra afecta a los trabajadores legales, muchos de ellos también emigrantes, que ven cómo sus salarios tienden a nivelarse por lo bajo. De hecho, dado que los ciudadanos de los países ricos no quieren desempeñarse en oficios serviles o en trabajos llamados sucios, son los propios empresarios de estas áreas los que alientan la emigración desde las naciones pobres.Por lo que debe entenderse que los países receptores de migración tienen el derecho a defenderse, como lo han hecho muchas naciones que, a la manera de México, han erizado de barreras y de normas, aún peores que las contenidas por la Ley Arizona, a sus fronteras, para evitar los flujos migratorios de los países centroamericanos más pobres.Aunque el ideal es un mundo sin fronteras entre los seres humanos, en el que puedan circular libremente bienes, capitales y personas, la realidad es que aún existen grandes desigualdades que hacen imposible aquel ideal integracionista. Toda emigración debe ser legal y obedecer a las regulaciones que cada país dicta para proteger sus mercados.Sin duda, emigrar para buscar oportunidades es un derecho inalienable. Pero en todo caso, la emigración ilegal no está bien. Ni para el emigrante, ni para la sociedad que lo recibe. El uno y la otra terminan perdiendo.

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