Rumba y pandemia
Infortunadamente, las cifras están mostrando un resultado distinto y adverso. Ayer, la cifra de nuevos contagios llegó a 1563 en el Valle, de los cuales el 90% se produjeron en su capital.
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3 de ene de 2022, 11:55 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 11:30 a. m.
Como se había anticipado desde muchos sectores, la reiterada realización de eventos masivos sumada a las dificultades obvias de las autoridades de policía y seguridad para hacer cumplir las normas de prevención para combatir el contagio del coronavirus, le están pasando la cuenta de cobro a Cali. Ahora, la comunidad está alarmada mientras en los centros de salud empieza a presentarse la congestión y el gobierno municipal toma la decisión extrema de declarar la alerta roja para tratar de controlar lo que pudo evitarse.
Durante todo diciembre, la bandera de la ciudad fueron las fiestas que invitaban a la diversión masiva bajo un supuesto cumplimiento de las medidas de protección y una convocatoria abierta, respaldada en el buen suceso que había tenido el plan de vacunación. El Festival Petronio Álvarez y la Feria de Cali, eventos convocados y realizados por organismos oficiales y con recursos públicos parecían indicar que la amenaza del Covid-19 estaba controlada y que el regreso a la normalidad era pleno.
Mientras tanto, el mundo estaba conmocionado por la aparición de una nueva cepa del covid, el ómicron, que causaba un pico de contagio y obligaba a tomar medidas para evitar estragos. Tal advertencia crecía en la medida en que las comunicaciones nacionales e internacionales aumentaban el flujo de viajeros y con ello Cali quedaba expuesta al mismo riesgo, así la diferencia de clima y el cubrimiento del plan de vacunación permitían esperar un resultado benigno para la comunidad caleña.
Infortunadamente, las cifras están mostrando un resultado distinto y adverso. Ayer, la cifra de nuevos contagios llegó a 1563 en el Valle, de los cuales el 90% se produjeron en su capital. Y aunque la nueva cepa parece menos letal y la vacunación alcanza más del 70% de la población con una dosis de vacuna, más del 70% de las camas en las Unidades de Cuidados Intensivos están ocupadas, temiéndose un aumento producto del desorden masivo que alguien decidió calificar como un evento cultural y tradicional y declaró la imposibilidad de impedir que se produjera.
Luego de las fiestas y ante el aumento que se registraba, el alcalde de Cali decretó la alerta roja en la ciudad. No obstante, la fiesta en el barrio Ulpiano Lloreda se realizó, desbordando las medidas de policía con las cuales trató de evitar el desorden y los hechos de violencia que podían presentarse.
Esa aparente normalidad llevó a que se reunieran 20.000 personas sin protección sanitaria. Los más de mil policías, soldados y grupos de seguridad no tuvieron la posibilidad de impedir que el caos y el incumplimiento de las medidas sanitarias que exige un momento crítico para la salud de los participantes en un desorden que nunca debió permitirse si se hubieran acatado las recomendaciones de la propia Secretaría de Salud Municipal.
A partir de ahora, Cali deberá atender la emergencia que se producirá por la combinación del covid con la improvisación y la imprudencia oficial. A ello se le suma la indisciplina de quienes pusieron en riesgo a quienes los cuidaron y a la comunidad caleña por el afán de disfrutar la rumba.
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