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Para seguir creyendo

Es la oportunidad para reafirmar que Colombia hace el esfuerzo por crecer y ofrecer mejores perspectivas a pesar de problemas como el de la amenaza de la ilegalidad y las dificultades que presenta el a veces confuso panorama de la política nacional.

29 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Superadas por los acontecimientos políticos y electorales de las últimas semanas, las noticias sobre la economía colombiana han tenido poca relevancia. El momento es oportuno para reconocer que con todo y las dificultades que se han presentado, hay razones para tener optimismo en cuanto a sus proyecciones.

En reciente visita al país, el director para el hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional, Alejandro Werner, el Producto Interno Bruto de Colombia crecerá el 3,4% en el 2019 y se estima que su aumento para el 2020 será del 3,6%. Cifras similares expresó el Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde. Es el reconocimiento de lo que califican como un acierto en el manejo de sus políticas monetaria y fiscal, apoyados en el consumo y la inversión.

Por supuesto, hay nubarrones que deben ser despejados y reformas que deben emprenderse. Está en primer lugar el incremento del desempleo que llega al 12% de la fuerza laboral, lo cual parece agravarse por el arribo de un millón quinientas mil personas provenientes de Venezuela, quienes demandan atención en aspectos como la salud, la vivienda y el trabajo que les permita atender sus necesidades básicas.

Sin embargo, existen voces autorizadas que miran ese aluvión como la oportunidad de generar más crecimiento a partir de la mayor demanda que ocasionan y de sus posibilidades de integrarse al aparato productivo de nuestro país, siempre y cuando se creen los mecanismos para hacer posible esa integración. En otros términos, siempre que se mire esa llegada de los venezolanos como una oportunidad para crear más riqueza antes que como la obligación de asumir el gasto que significa atender los requerimientos para su subsistencia.

Ese es un tema que va estrechamente ligado a las causas del desempleo que aumenta y se convierte en la principal preocupación de los colombianos, por encima de la seguridad. Y se refiere siempre a las dificultades de orden legal y práctico para crear empresas, para impulsar los emprendimientos y para aumentar el empleo formal por encima de propuestas poco auspiciosas como la de reducir el salario a los jóvenes que soliciten trabajo.

Es difícil cuantificar los intentos y anuncios de cambios que se han hecho para superar esos obstáculos, además de otras reformas propuestas tanto por el FMI como por la Ocde. Lo cierto es que si se quiere mantener la senda del crecimiento, se está haciendo tarde para adoptar las reformas que permitan ampliar la posibilidad de vincular a la actividad formal, ya sea como empleados o como empresarios independientes, a los colombianos y ahora a los inmigrantes que cada año entran a formar parte de la fuerza de trabajo de nuestra Nación.

Es la oportunidad para reafirmar que Colombia hace el esfuerzo por crecer y ofrecer mejores perspectivas a pesar de problemas como el de la amenaza de la ilegalidad y las dificultades que presenta el a veces confuso panorama de la política nacional. Un mensaje que obliga a superar el pesimismo y a creer en nuestras posibilidades de progreso.

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