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El renacer de la esperanza

Los miedos que expresan estas personas muchas veces se originan en sondeos, informes, mensajes o incluso rumores mal validados y son el producto de noticias que se transmiten, se masifican y se convierten en ‘la opinión pública’.

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Carlos E. Climent
Carlos E. Climent | Foto: El País

21 de dic de 2025, 02:32 a. m.

Actualizado el 21 de dic de 2025, 02:32 a. m.

De un tiempo para acá vienen incrementándose la desazón y la desesperanza entre las personas que me consultan. En muchos casos, el cuadro clínico no se puede diagnosticar como depresión en el sentido estricto de la palabra, pues suele estar asociado al temor sobre el futuro del país.

Los miedos que expresan estas personas muchas veces se originan en sondeos, informes, mensajes o incluso rumores mal validados y son el producto de noticias que se transmiten, se masifican y se convierten en ‘la opinión pública’. Este cúmulo de noticias distorsionadas hace carrera en los medios de comunicación, y gracias a que se repite una y otra vez, termina convertido en supuestas ‘verdades’ incontrovertibles. ‘Dogmas de fe’, que se constituyen en un enorme lastre porque manipulan las emociones, determinan los pensamientos y creencias y terminan deteriorando la salud mental.

El problema no es solamente nacional. En varias partes del mundo predomina la mentira como herramienta efectiva para llegar al poder, desacreditando la importancia de los valores fundamentales. Confirmando así, la rareza de los auténticos líderes de la ética.

La avalancha constante y creciente de opiniones, que se venden como noticias, deja la sensación de que hay muy pocos líderes confiables. Pero los hay. Para lograr que los mejores líderes ganen elecciones y empiecen a cambiar el panorama, las personas tienen que reconocer la importancia de los valores fundamentales, promoverlos entre los suyos, y luego, en la medida de las capacidades de cada quien, a un círculo más amplio.

La esperanza renace cuando cada ciudadano, con criterio firme:

* Le da una importancia prioritaria, en su quehacer cotidiano, a la honestidad como principio fundamental y se opone a la avalancha de lo irregular, lo falso y lo torcido

* Se vuelve intolerante a las conductas antisociales cotidianas y entiende que el no combatirlas las convierte en el germen de la impunidad y la corrupción a todos los niveles. Lo cotidiano incluye las pequeñas violaciones de las normas, la hipocresía, el soborno, los atajos, la mentira, el uso de las influencias para ventajear, la manipulación o el desprecio por los débiles, etcétera.

* Trasmite exclusivamente la información que ha sido verificada.

* Escucha con respeto y empieza a cuestionar su rigidez y sus propias creencias que tanto lo han limitado.

* Tiende puentes que facilitan alianzas constructivas con personas idóneas, así tengan opiniones diferentes.

El cambio comienza en nosotros cuando dejamos de repetir la narrativa negativista y miramos con esperanza a este país extraordinario, integrado en su inmensa mayoría por gente que no quiere más polarización. Desechamos a los seductores y manipuladores que se valen del miedo, la rabia, el odio o la intimidación y elegimos una fuerza tranquila, que llame a la unión.

Esta columna reaparecerá el 10 de enero de 2026.

A mis amables lectores les deseo un nuevo año en paz.

Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.

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