La tragedia de las cárceles
Es el crecimiento de las mafias a través del continente, que transmite prácticas como la creación de escuelas de reclutamiento en las penitenciarías o llena los penales de criminales que cometen delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes y todos los que se concatenan con él, incluido el terrorismo.
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17 de nov de 2021, 11:55 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:30 a. m.
Dos masacres en la misma cárcel y 190 muertos en menos de dos meses llevan a preguntar qué sucede en el sistema penitenciario de Ecuador. Si se corrobora que detrás están las mafias internacionales de la droga y bandas locales de microtráfico que aportan la gran mayoría de los detenidos, ello indicaría que el asunto ya no es un problema exclusivo del vecino país.
Los hechos sucedieron en el penal del Litoral en Guayaquil, una cárcel que como sucede en la mayoría de las de América Latina presenta graves problemas de hacinamiento, condiciones precarias de reclusión y denuncias de corrupción. Y ahora, el narcotráfico está imponiendo su ley en los establecimientos penitenciarios, donde realizan matanzas como las sucedidas el 29 de septiembre y el 12 de noviembre para obtener el control a cualquier precio.
Es la consecuencia de una tragedia que permea por igual a Colombia, a Brasil, a Venezuela, a Centroamérica y ahora a Ecuador. Se sabía que lo que empezó siendo hace varias décadas algo casi exclusivo de nuestro país, tarde o temprano tocaría a los vecinos porque de las 200 mil hectáreas de cultivos ilícitos que hay aquí, las más productivas siempre han sido las del sur, justamente las que colindan con las fronteras ecuatorianas y era cuestión de tiempo que traspasaran las zonas limítrofes.
Así fue como entró en esa espiral, en la que se fueron creando organizaciones internas del narcotráfico y se dieron las alianzas con carteles de México y Centroamérica, el paso obligado del tráfico que lleva la droga hacia los Estados Unidos y Europa. A la par se fue consolidando el negocio interno del menudo, el llamado microtráfico que busca el consumo local y se mueve en los barrios, en los parques e incluso en los colegios.
Es el crimen organizado que está causando dramas terribles en las cárceles, convertidas en escuelas y en centros de reclutamiento sin que las autoridades tengan la capacidad para ofrecer la rehabilitación que se supone debe perseguir el sistema penitenciario. Por ello, y como ocurre también en los Estados Unidos, la sobrepoblación en las cárceles de Latinoamérica es producida en gran parte por el narcotráfico y el control de esos centros de reclusión está en manos de las bandas criminales que usan su poder y corrompen a los funcionarios que las manejan.
Es una de las secuelas más impresionante de ese negocio transnacional que no reconoce límites ni fronteras. Es el crecimiento de las mafias a través del continente, que transmite prácticas como la creación de escuelas de reclutamiento en las penitenciarías o llena los penales de criminales que cometen delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes y todos los que se concatenan con él, incluido el terrorismo.
La lucha por el control de las cárceles es la razón para que sucedan masacres como las de Guayaquil, o las que se producen en Venezuela, El Salvador, Guatemala, Brasil o México. Son verdaderas tragedias causadas por el hacinamiento y que desbordan la capacidad de las autoridades penitenciarias. Son una consecuencia más del negocio que golpea ya no a unos cuantos países como Ecuador o Colombia.
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