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Hora de actuar

Si no se actuó a tiempo para impedir los asentamientos en sectores vulnerables, ahora hay que proceder en consecuencia, como lo está haciendo Cali con el jarillón del río Cauca al reubicar a 8770 familias que levantaron en los últimos 30 años ahí sus viviendas y reforzando el dique que protege de una posible inundación que afectaría al 70% de la ciudad.

27 de noviembre de 2017 Por: Editorial .

La tragedia que ocasionó el invierno a principio de noviembre en Corinto, Cauca, demostró que no basta con activar las alertas tempranas o hacer sonar las sirenas para evitar los desastres provocados por la naturaleza. Las acciones deben llevar a despejar las zonas de riesgo y adelantar los trabajos que reduzcan los peligros para la población.

El departamento del Valle ha padecido en las semanas recientes una cruda temporada de lluvias que ha afectado especialmente a 29 de sus 42 municipios con inundaciones, desbordamiento de los ríos y empalizadas. La declaratoria de calamidad pública es la alternativa que ha barajado la Gobernación para hacerle frente de forma rápida a los daños que se han presentado y disponer de los recursos que se necesitan para atender las emergencias. Son las soluciones temporales obligatorias, pero están lejos de ser las que se requieren de manera definitiva.

Dos veces al año, cuando el invierno arrecia en el país, se les pide a las autoridades municipales y departamentales que activen los protocolos de prevención y atención de riesgos, tal como lo ordena la ley. Aquellos que lo hacen logran mitigar algunos de los efectos inmediatos, pero la realidad señala que la mayoría de los municipios no cuentan ni con las herramientas ni con los recursos necesarios para adelantar la labor.

En el caso del Valle, los peligros que se ciernen sobre sus poblaciones cuando llegan las lluvias, ahora más intensas como consecuencia del cambio climático, son el resultado de décadas de no haber atacado los problemas desde la raíz. Tanto en el Departamento como en Cali se han permitido los asentamientos en zonas de alto riesgo, mientras las decisiones llegan a cuenta gotas, si es que lo hacen.

Esa es la razón por la cual, según la CVC, hoy hay 30.000 familias vallecaucanas viviendo a las puertas del desastre, a orillas de los ríos o en laderas inestables, expuestas a ser arrastradas por las inundaciones o las avalanchas. En su mayoría necesitan ser reubicadas, a la vez que se deben levantar diques que eviten desbordamientos o reforzar las zonas inestables. Ello implica tiempo, gestión, disposición y sobre todo recursos millonarios que no tienen los municipios ni el departamento.

Por eso es indispensable el apoyo de la Nación para encontrar las soluciones que eviten más tragedias en el Valle por cuenta del clima. Si no se actuó a tiempo para impedir los asentamientos en sectores vulnerables, ahora hay que proceder en consecuencia, como lo está haciendo Cali con el jarillón del río Cauca al reubicar a 8770 familias que levantaron en los últimos 30 años ahí sus viviendas y reforzando el dique que protege de una posible inundación que afectaría al 70% de la ciudad.

La actual temporada de lluvias llegará a su fin en un par de semanas según los pronósticos y se espera que en ese tiempo el Valle ni ninguno de sus municipios se vea expuesto a un desastre. Este es el momento de emprender las acciones que libren al departamento de tragedias invernales a futuro y de prepararse definitivamente para enfrentar los climas cada vez más extremos que llegarán como consecuencia de los cambios ambientales que vive el Planeta.

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