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En defensa de los páramos

"Proteger cada metro de las 34 zonas de páramo que tiene Colombia es un deber para todos, del Estado que debe garantizar el cumplimiento de su conservación y de las comunidades que dependen y se benefician de ellas. Tan sencillo como que son fuente de vida".

20 de diciembre de 2014 Por:

"Proteger cada metro de las 34 zonas de páramo que tiene Colombia es un deber para todos, del Estado que debe garantizar el cumplimiento de su conservación y de las comunidades que dependen y se benefician de ellas. Tan sencillo como que son fuente de vida".

A la polémica que desató la entrega de títulos mineros para explotar oro en Santurbán y la protesta de quienes no dudaron en proteger una importante reserva natural de Colombia, se les debe que el país miré hoy con más atención a sus páramos. Las decisiones, así sean tardías, son necesarias para garantizar la conservación del medio ambiente nacional.Ayer se anunció, luego de aplazarse en once ocasiones, cuáles serán los límites de este parque natural que comparten los departamentos de Santander y Norte de Santander. Después de tres años de debates entre el Gobierno Nacional, las regiones y las comunidades asentadas en la zona, el Ministerio del Medio Ambiente determinó que el área protegida del páramo de Santurbán abarcará 98.954 de las 129.743 hectáreas que lo conforman.Que se preserve el 76% de este ecosistema de los daños que producen la extracción minera, las actividades agrícolas y ganaderas sin control, así como el abuso que le ocasionan algunas actividades humanas, es el principio para enmendar los errores y la indecisión del Estado para defender un área natural en la que nace buena parte de las fuentes de agua que abastecen a las poblaciones de Santander y Norte de Santander. De paso se aplican las leyes que prohíben la explotación de minerales en los páramos colombianos y se protegen unos sistemas ecológicos y ambientales en los que el país tiene su mayor riqueza.Pocos saben que en Colombia hay 34 zonas paramunas, la mitad de todas las que existen en el Planeta, o que en ellas brota el agua que consume el 70 de la población nacional. También se desconoce que en esas alturas ubicadas entre los 3.000 y 4.200 metros sobre el nivel del mar se alberga el 98% de las especies de flora propias de ese ecosistema, así como 70 grupos de mamíferos, 87 de anfibios y 154 aves endémicas. Ese patrimonio que abarca 1.900.000 hectáreas en el país para su infortunio también tiene en sus entrañas un tesoro minero, en especial de oro y carbón, que es un botín por el que poco importa someter a los páramos al maltrato y la explotación indebida, incluso con la anuencia del Estado. Son 108.000 hectáreas, el 6% del total, entregadas a particulares a través de 391 títulos de extracción y hasta hace tres años se estudiaban solicitudes para explotar un 47% adicional de estas zonas de reserva natural. Si a eso se suma la minería ilegal de la que hoy se lucran muchas organizaciones criminales, así como las actividades agropecuarias que le han ido ganando espacio a las alturas montañosas, el daño para los páramos es incalculable. Por eso la importancia de la batalla que dieron las comunidades y los gobiernos departamentales y locales para obligar a que se cumpliera con la protección de Santurbán, por encima de los intereses económicos de unos pocos. Y se sentó un precedente de lo que se debe hacer en todo el país. Proteger cada metro de esas 34 zonas de páramo que tiene Colombia es un deber para todos, del Estado que debe garantizar el cumplimiento de su conservación y de las comunidades que dependen y se benefician de ellas. Tan sencillo como que son fuente de vida.

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