El gran desafío

Ante la lamentable muerte de Carlos Holmes Trujillo, el presidente de la República designó a Diego Molano como su sucesor. Sin que ello implique cambiar la política que el Gobierno ha trazado para rescatar la seguridad en Colombia, es la oportunidad para hacer énfasis en el grave problema que significa el narcotráfico para la estabilidad de la sociedad y del Estado de Derecho.

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3 de feb de 2021, 11:55 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 06:46 a. m.

Ante la lamentable muerte de Carlos Holmes Trujillo, el presidente de la República designó a Diego Molano como su sucesor. Sin que ello implique cambiar la política que el Gobierno ha trazado para rescatar la seguridad en Colombia, es la oportunidad para hacer énfasis en el grave problema que significa el narcotráfico para la estabilidad de la sociedad y del Estado de Derecho.

El doctor Molano es un amplio conocedor del sector público de nuestro país y de las ejecutorias del gobierno dirigido por el presidente Iván Duque. Como director del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, Molano debe estar enterado en profundidad sobre los programas y actividades del Ministerio que ocupará; y debe tener también el conocimiento de la Fuerza Pública, de quienes la dirigen, de sus necesidades y de sus aciertos.

Esas características son fundamentales para lograr que no se produzcan cambios traumáticos en el manejo de unas instituciones claves para resolver los desafíos que tanto los militares como los policías de Colombia enfrentan a diario. Y para seguir impulsando el empeño contra el que durante décadas ha sido el gran enemigo de nuestra Nación.

Nos referimos al narcotráfico y su poder para afectar la vida nacional. Se debe recordar que a su alrededor crecen las organizaciones criminales que siembran de terror y muerte gran parte de la geografía nacional, ante las dificultades del Estado para llegar a todas partes; que la inmensa riqueza que genera es el alimento de una violencia que bajo muchas formas instaura el miedo, impulsa la destrucción de nuestro medio ambiente y pretende imponer sus propias reglas de juego con las cuales desafía la legalidad, el elemento clave para mantener viva la democracia y la concordia entre los colombianos.

Ese enemigo es el que debe ser derrotado, pues su accionar ha destruido la paz y las posibilidades de futuro en el sur de Colombia, su litoral Pacífico y extensas zonas del oriente de nuestra Nación. Y por si fuera poco es el gran protagonista de la criminalidad urbana y de la multitud de bandas que se disputan el llamado microtráfico, además de promover el consumo entre la juventud.

Por ello, y como les correspondió a todos sus antecesores, su misión debe ser encabezar la batalla contra el gran enemigo de nuestro país.
Para ello cuenta con los centenares de miles de integrantes de la Fuerza Pública y de los organismos de seguridad bajo su mando, con el respaldo de la ciudadanía. Ante el desafío del narcotráfico, el Estado está en la obligación de usar los recursos legítimos a su alcance para perseguir las organizaciones criminales que lo manejan y se disputan su control,
destruir los miles de laboratorios en los cuales se procesa la droga y usar la fumigación aérea de los cultivos ilícitos, si fuere necesario.

Por supuesto, el nuevo Ministro deberá atender otras labores de gran importancia para la seguridad nacional. Sin embargo debe quedar claro que en la derrota del narcotráfico está la clave de la paz en Colombia, así como de la tranquilidad, la convivencia y la recuperación de la provincia colombiana.

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