El basurero espacial

Es así como en 70 años se han lanzado al espacio cohetes, sondas, satélites, antenas, instrumentos meteorológicos y se ha construido incluso una estación internacional.

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19 de nov de 2021, 11:55 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 07:30 a. m.

El misil disparado por Rusia contra uno de sus satélites y que fragmentó el aparato, generó un riesgo de colisión con la Estación Internacional y obligó a los astronautas que la ocupan a resguardarse, trajo a la discusión un problema que ha pasado de agache: la basura espacial. El impacto de miles de piezas acumuladas por décadas ya se siente en el medio ambiente.

Desde que se lanzó el primer cohete, en 1957, la carrera por la conquista del espacio exterior no se ha detenido. La necesidad de descubrir lo que existe más allá de los confines de la Tierra y acercarse al universo desconocido, generó un desarrollo tecnológico sin precedentes, que continúa avanzando y ha permitido, entre otros, que el mundo tenga acceso a unas telecomunicaciones que son la esencia de la globalidad.

Es así como en 70 años se han lanzado al espacio cohetes, sondas, satélites, antenas, instrumentos meteorológicos y se ha construido incluso una estación internacional. Y pocos de esos artefactos regresan a la Tierra porque la mayoría es imposible devolverlos y se quedan orbitando cuando su vida útil se termina o se desintegran.

Aunque a simple vista no se ven, alrededor del planeta giran 26.000 aparatos, de los cuales solo 2800 están en funcionamiento. El resto se considera chatarra, pesa alrededor de 9600 toneladas y esta representada por millones de pequeños y grandes fragmentos. ¿Qué pasa con ella? Algunos artefactos se destruyen, sus partes entran en la atmósfera y caen en cualquier lugar del planeta, lo que pocas veces se puede prever. La mayoría se queda ahí, rotando por tiempo indefinido.
Qué hacer con esa basura es algo que comenzó a generar preocupación hace poco, cuando se vio el riesgo en que se ponía a la humanidad por posibles impactos, o porque un fragmento del tamaño de una pelota de béisbol o incluso de una canica puede dañar los satélites en funcionamiento y generar un caos en las telecomunicaciones.

Otro de los problemas graves es la luminiscencia que generan y que tiene una repercusión directa sobre el medio ambiente. Según la Royal Astronomic Society, esa cantidad de objetos está elevando el brillo nocturno en el cielo en un 10%, lo cual tiene consecuencias para los habitantes de la tierra y su entorno porque afecta los ciclos de la agricultura o desorienta a especies animales lo que puede hacerlas desaparecer o mutar.

Como lo afirma Hugh Lewis, profesor de Ingeniería y Ciencias Físicas de la Universidad británica de Southampton, “el medio ambiente terrestre y el medio ambiente espacial, son un solo medio ambiente”. Y añade: “La acumulación de plástico en los océanos de la Tierra y la acumulación de chatarra en órbita alrededor de la Tierra son muy similares”, por lo que a la última hay que ponerle la misma atención.

Decidir qué se va a hacer, cómo se limpiará el espacio exterior alrededor de la Tierra es una tarea que apenas comienza. La conquista del universo, que ha permitido ampliar el conocimiento sobre lo desconocido que nos rodea, y que le ha dado la posibilidad al mundo de encontrar una forma de comunicarse diferente e infinita, ahora deberá pensarse también en función de sostenibilidad, por el bien del planeta y de quienes lo habitan.

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