Conexión inaplazable

El corredor Pacífico - Atlántico debería ser una de las mayores apuestas del Gobierno Nacional en los próximos años. No parece, sin embargo, haber un interés del Estado Central por impulsar la conexión vial que sería, sin ninguna duda, un motor definitivo para el desarrollo económico del país y en particular para su competitividad.

La conectividad entre Buenaventura, donde está el puerto marítimo más importante de Colombia por donde se moviliza cerca del 50% de las exportaciones e importaciones, y el puerto seco que entrará al servicio en 2025 en Urabá, tiene tal trascendencia como que la Nación deje de depender del Canal de Panamá. Para que así sea, es requisito terminar las vías 4G inconclusas, culminar en el menor tiempo posible las carreteras que llevan décadas en construcción y hacer aquella infraestructura que está comprometida y nada que arranca.

El Valle del Cauca ha sido testigo de primera fila de los incumplimientos de la Nación en el propósito de mejorar la movilidad entre Buenaventura y el resto del país, así como en optimizar las condiciones de su principal puerto. La doble calzada Buga – Buenaventura, a la que le faltan por entregar 35 kilómetros, parece que verá pronto la luz final del camino luego de décadas de retraso, de ires y venires de concesionarios, de observar cómo lo que se construía terminaba derruido por falta de mantenimiento.

La que sí se diluye es la vía Mulaló-Loboguerrero, la primera carretera 4G aprobada en Colombia, adjudicada en 2014 y con acta de inicio al año siguiente, a la que dejaron morir por las trabas sucesivas, incluida la demora de más de dos años en la Agencia Nacional de Licencias Ambientales para darle los permisos. Hoy está en un tribunal de arbitramento, el segundo, que no se sabe cuándo definirá su suerte.

Tampoco le ha ido mejor al dragado de profundización del canal de acceso al puerto, que no es lo mismo que el dragado de mantenimiento. El primero se necesita para que Buenaventura se adapte al tamaño de los barcos de carga modernos, para que estos puedan entrar y la mercancía no se tenga que descargar fuera de la bahía, lo que encarece los fletes. Cada vez son más las empresas de transporte marítimo que pasan de largo hacia Ecuador porque el puerto colombiano sobre el Pacífico no les brinda las condiciones adecuadas.

Antioquia también padece por las trabas que desde el centralismo se les imponen a sus obras de infraestructura. Hay retrasos injustificados en vías y proyectos sobre los que el único interés que debería primar es el de su desarrollo, que es sinónimo de progreso económico y social para la Nación.

Impulsar el corredor Pacífico-Atlántico es inaplazable. El que hoy es un camino en muchos tramos sinuoso y difícil, que se recorre en 15 horas o más, podría hacerse en menos de diez si estuvieran listas todas sus conexiones viales. Las ventajas son incuestionables: beneficiaría de manera directa a 24 departamentos, haría a Colombia más competitivo en el mercado internacional y de paso ayudaría a recuperar la confianza de los inversores en el país.