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Cambios en Latinoamérica

Será un año en el que el comportamiento económico de la región estará en el centro de atención y las expectativas en el rumbo que tomarán los gobiernos que iniciaron, los que se instalarán y aquellos que enfrentan serias dificultades.

27 de diciembre de 2022 Por: Vicky Perea García

Entre relevos políticos, caídas de gobiernos, protestas e inflación transcurrió el 2022 para América Latina. El año que se pensaba como el de la recuperación, resultó más complejo debido a factores internos así como a los acontecimientos internacionales que golpearon las finanzas del mundo. No se prevé un 2023 mejor en lo económico, aunque hay expectativa por los relevos del poder en varias naciones.

Perú sigue en el centro de atención al finalizar estos 365 días. El fallido golpe de Estado de Pedro Castillo, destituido al pretender cerrar el Congreso y preso a la espera de que se decida su futuro, es el más reciente eslabón de una cadena de crisis políticas en el país. Dina Boluarte, quien lo remplazó, se convirtió en la presidente número seis en apenas cuatro años, lo que muestra la inestabilidad de una nación que no ha podido encontrar quién dirija su rumbo.

A Ecuador no le fue mejor. El narcotráfico, que amplió sus operaciones desde Colombia, abrió la compuerta a la violencia en ciudades como Guayaquil, mientras la guerra de mafias se trasladó a las cárceles, lo que provocó la muerte a cientos de reclusos. Guillermo Lasso enfrentó también el descontento popular, con los precios del combustible en el centro de discusión, lo que generó violentas protestas y lo obligó a retroceder en sus decisiones.

Los países australes tampoco se salvaron: Argentina sigue en una recesión económica imposible de superar por el gobierno izquierdista de Alberto Fernández, mientras la vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner recibió una condena de seis años por corrupción. Su vecino chileno Gabriel Boric no pudo sacar adelante la nueva Constitución, votada en negativo por sus conciudadanos, y los vientos de cambio que pregonaba se han ido desinflando por su comprobada inexperiencia.

Brasil, por su parte, dio el viraje de la extrema derecha al socialismo puro con el regreso a la presidencia de Lula da Silva. Se posesionará el domingo y está por verse si el suyo será o no un gobierno moderado de izquierda.

Las dictaduras del continente siguieron vivas. Mientras Gustavo Petro le dio un respiro a Venezuela al reanudar las relaciones bilaterales, en Cuba el régimen continúa en su empeño inútil de disfrazarse de democracia. En Nicaragua, Daniel Ortega y su mujer montaron la autocracia perfecta, acallaron a la prensa y encarcelaron a directivos y periodistas, la Iglesia Católica fue cercada, la oposición arrinconada y las elecciones locales se convirtieron en farsa al ser ganadas al completo por el partido de gobierno.

En El Salvador Bukele se proclama ‘salvador’ de su nación con criticables métodos para gobernar, incluidos los usados en su guerra contra las pandillas. Cerca, López Obrador juega a varias bandas, poniendo a México como aliado de países socialistas, luchando contra la migración que arriba por miles a diario y buscando que sus relaciones con los Estados Unidos no se desestabilicen.

El 2023 llegará con elecciones presidenciales en Argentina, Guatemala y Paraguay, mientras el clamor peruano de convocar a comicios lo antes posible, se aplazará hasta el 2024. Será un año en el que el comportamiento económico de la región estará en el centro de atención y las expectativas en el rumbo que tomarán los gobiernos que iniciaron, los que se instalarán y aquellos que enfrentan serias dificultades.

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