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El espejismo chileno

Y así como de Boric no se sabía nada electoralmente, tampoco se sabe nada de sus condiciones de administrador, todo su desempeño en la presidencia será una revelación.

26 de diciembre de 2021 Por:

El triunfo de Gabriel Boric en las elecciones presidenciales chilenas ha dado en Colombia para editoriales, análisis y debates practicando uno de nuestros ritos nacionales preferidos: pensar qué significa para Colombia cualquier cosa que suceda en el exterior. El principio de simplicidad diría que nada, pero nos gusta debatir a fondo en sentido contrario. Sean las eliminatorias de la Champions, los problemas de Meghan Markle o la crisis de los contenedores, no concebimos que algo no tenga algo que ver con Colombia, menos si se trata de elecciones.

La ‘narrativa’ hasta ahora coincide en que el triunfo de Boric anuncia el aterrizaje de Gustavo Petro en la Casa de Nariño. Unos añaden que es ‘una dinámica’ imposible de detener, otros convocan a los candidatos de centroderecha a un consenso en torno al más viable para que compita con Petro en segunda vuelta, porque salvo Gustavo Bolívar y algunos derechistas en pánico, nadie cree en un triunfo de nadie en primera vuelta.

No encuentro muchos motivos de comparación entre Gabriel Boric y Gustavo Petro que justifiquen este nuevo episodio de onanismo nacional. No obstante que ambos hacen parte de la corriente de los concientizados afines a la política progresista, que tienen en Joe Biden a su modelo político, sin reparar en el continuismo que representa en la política exterior de fuerza de los Estados Unidos, los paralelos de Boric con Petro son bastante arbitrarios.

Boric por ejemplo no ha apostatado del socialismo y se define como libertario. Petro en cambio dijo desde mayo del año pasado que no es socialista sino ‘demócrata radical’, al estilo Vargas Lleras supongo. De Boric no se sabía nada en términos de desempeño electoral salvo que había derrotado a la bellísima comunista Camila Vallejo. Petro en cambio se ha medido en varias elecciones regionales (Bogotá) y nacionales (Senado y presidencia) con más éxitos que fracasos.

Y así como de Boric no se sabía nada electoralmente, tampoco se sabe nada de sus condiciones de administrador, todo su desempeño en la presidencia será una revelación. En cambio, de Petro ya tenemos claro que es un pésimo administrador y pasó a la historia de Bogotá como uno de sus peores y más lamentables alcaldes. Si a Boric lo eligieron por una expectativa, a Petro, si lo eligen, será no obstante la evidencia.

Las diferencias notorias explican el curso que están tomando las elecciones en Colombia. Boric se enfrentó a José Antonio Kast, quien como miembro de la derecha optó por lo más controversial: la apología de Pinochet, Bolsonaro y Fujimori. Las versiones criollas de esa línea ideológica quedaron rezagadas en los procedimientos de selección de los candidatos de derecha y el abanico en general es mucho más moderado.

Está además el factor parlamentario. La izquierda que representa Boric tiene más fuerza parlamentaria que la coalición de Sebastián Piñera; en Colombia las fuerzas progresistas sumadas no llegan al 30% y no todos están con Petro. Por otra parte, desde Pinochet en Chile la derecha sólo había gobernado con Piñera, de resto ha mandado una coalición de izquierda, que en Colombia nunca ha gobernado. No hay novedad que en Chile saliera elegido un candidato de izquierda. Ni tiene por qué causar ningún efecto en Colombia, donde el representante de la izquierda corre la silla hacia la derecha cada vez que sus áulicos se amodorran, alejándose de Francia Márquez para acercarse a Rodolfo Hernández y así se ‘reinventa’ como personaje de centro.

Las diferencias son tan sustanciales que valdría la pena intentar otra comparación. Por ejemplo, siendo rojos ambos, ¿qué significa para el América, el desempeño del Liverpool?

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos