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Día 5 Novena de Navidad para este sábado, 20 de diciembre: oraciones, gozos y villancicos

Este tradicional momento, marca la llegada del Niño Jesús, durante 9 días.

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Novena de aguinaldos
La Novena de aguinaldos es una de las tradiciones más importantes de los colombianos. | Foto: Redes sociales - Cuenta oficial @jardinesdelvallecamposanto

19 de dic de 2025, 10:51 p. m.

Actualizado el 19 de dic de 2025, 10:51 p. m.

La tradición navideña colombiana continúa este sábado 20 de diciembre con el quinto día de la Novena de Aguinaldos, una fecha que invita a reflexionar sobre la expectativa maternal de la Virgen María durante los meses previos al nacimiento de Jesús.

La consideración de este día se centra en la vida espiritual que llevaba María mientras esperaba el momento del parto, un período descrito como de constante aspiración por conocer “esa visión beatífica terrestre” del rostro de Dios encarnado.

Según la tradición, María aguardaba con intensidad el momento de contemplar aquella faz humana. La reflexión destaca cómo la madre de Jesús esperaba poder observar ese rostro, desde la infancia hasta la madurez.

Por eso, el quinto día de la novena establece un paralelo entre la experiencia de María y la vida espiritual contemporánea. La consideración plantea que “Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de cumplir y por nuestra cooperación a la gracia”.

Esta reflexión presenta el concepto del “alma del que se halla en gracia” como “un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin”, conectando la experiencia maternal de la Virgen con la práctica religiosa actual.

Novena de aguinaldos
Novena de aguinaldos. Durante nueve días se suelen hacer oraciones, compartires y cantos navideños. | Foto: Redes sociales

Consideración del Día 5

Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy toda la vida que llevaba también María durante el mismo espacio de tiempo. Necesidad hoy de que no tengamos en ella si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios de la encarnación y el modo como hemos de corresponder a ellos.

María no cesaba de aspirar por el momento en que gozaría de esa visión beatifica terrestre; la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad, Iba a leer el amor filial en aquellos mismos ojos, cuyos rayos deberían esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro todos los días, a todas horas, cada instante, durante muchos años. Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura. Haría todo lo que quisiese de aquella faz divina; podría estrecharla contra la suya con toda la libertad del amor materno; cubrir de besos los labios que deberían pronunciar la sentencia a todos los hombres; contemplarla a su gusto durante su sueño o despierta, hasta que la hubiese aprendido de memoria. ¡Cuán ardientemente deseaba ese día!

Tal era la expectativa de María, era inaudita en sí misma, mas no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda la vida cristiana. No nos contentemos con admirar a Jesús residiendo en María, sino por esencia, potencia y presencia.

Sí, Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de cumplir y por nuestra cooperación a la gracia; de manera que el alma del que se halla en gracia es un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin. Después de la comunión Jesús habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente como Dios y como hombre, porque el mismo Niño que estaba en María está también en el Santísimo Sacramento. ¿Qué es todo esto sino una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y una expectativa llena de delicias como la suya?

Durante este quinto día, las familias colombianas se reúnen para continuar con los gozos tradicionales y villancicos que acompañan cada jornada de la novena. La celebración mantiene su estructura habitual de oraciones específicas, seguidas de los cantos que han marcado esta tradición navideña durante generaciones.

Novena de aguinaldos
Familias y amigos se reúnen en torno al pesebre para orar por la llegada del Niño Jesús. | Foto: Redes sociales - Cuenta oficial @appscatolicas

Después de la oración para todos los días, y la consideración del día 5, le siguen las oraciones a María, a José y al Niño Jesús.

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad mereciste que todo un Dios te escogiese por madre suya, te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. Oh, dulcísima madre, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardaste para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Ave María (tres veces)

Oración a San José

¡Oh, Santísimo José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo.Amén.

(Se reza un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria).

Desde el 16 de diciembre inicia el rezo de la Novena con El País
Desde el 16 de diciembre inicia el rezo de la Novena con El País | Foto: El País

Oración al Niño Jesús

Acuérdate, oh dulcísimo Niño Jesús, que dijiste a la venerable Margarita del santísimo Sacramento y, en persona suya, a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a exponerte toda nuestra miseria.

Ayúdanos a llevar una vida santa para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de tu infancia la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti, oh Niño omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

La Novena de Aguinaldos finaliza con los gozos.

*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.

Periodista de cultura, entretenimiento y tendencias, experta en edición digital e impreso. Amante de las historias que inspiran. Aprendiz constante.

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