Columnista

Fin de una dictadura

Se equivoca Maduro cuando declara que la llegada de Estados Unidos ahí será el inicio de ‘otro Vietnam’.

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Medardo Arias Satizábal
'A este lado del estero', poemario de Medardo Arias Satizábal. | Foto: Medardo Arias Satizábal / Ser Zanja

27 de nov de 2025, 01:30 a. m.

Actualizado el 27 de nov de 2025, 01:30 a. m.

Motivo de vergüenza para el continente es el sainete que representa hoy Nicolás Maduro con sus secuaces, ante el asedio naval de los Estados Unidos que pondrá fin a un sistema de iniquidad, violencia, hambre y criminalidad.

El hacerse ‘enemigo’ de Estados Unidos es una posición que genera réditos para quienes ostentan patente de corzo para traficar sin la vigilancia de los grandes controles policiales, más aún con narrativa política supuestamente socialista, blindada, así lo creen, por un bolivarianismo que también produce vergüenza histórica, por el uso indebido del pensamiento del Libertador. Bolívar, en el jamás de los jamases, ni en su delirio sobre el Chimborazo, llegó a imaginar que sería instrumentalizado como escudo de carteles de droga.

“No se puede tocar a la patria de Bolívar”, repite Maduro y trata de meter esa sentencia en la mente de sus áulicos, mientras sus cuentas secretas en dólares, sus fastuosas mansiones, revientan por el mundo.

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco no era propiamente un sinvergüenza. Nació en Caracas un 24 de julio de 1783, y junto a otro gran venezolano, Francisco de Miranda, protagonizó una de las gestas independentistas más celebradas del mundo. A Bolívar se le venera igual en el Guarataro venezolano, en los barrios de Bogotá y Popayán, como en Nueva York, donde su estatua ecuestre continúa impasible entre el invierno de Central Park.

Bolívar cruzó los Andes en 1819, comía con tres cubiertos y deslumbraba en las cortes con su elegante forma de bailar -era experto en pavanas-, además de imaginar para las repúblicas de este lado del mundo un mejor estar que nunca llegó, hasta hoy.

Fue traicionado, perseguido, calumniado, al punto que sus enemigos celebraron el ocaso de su vida apagada muy temprano en el fragor de las refriegas políticas. Falleció a los 47 años y hoy se le compara con Alejandro Magno, con Napoleón, con el capitán inglés James Cook, quien mapeó todas la islas del Pacífico y encontró la muerte en Hawái cuando quiso enfrentarse al rey de ese archipiélago.

Miranda participó en la independencia de los Estados Unidos e hizo parte también de la Revolución Francesa. Es el único latinoamericano que aparece en letras doradas en el Arco del Triunfo en París. Su retrato está hoy en la galería de Grandes Personajes en el Palacio de Versalles.

Más de 11 años de dictadura madurista están a punto de culminar. Por decisión de Chávez, ascendió al poder el 5 de marzo de 2013. Su caída tendrá el beneplácito del pueblo venezolano que aún vive ahí, y el aplauso de la extensa comunidad que habita en el exterior.

Se equivoca Maduro -y sus secuaces- cuando declara que la llegada de Estados Unidos ahí será el inicio de ‘otro Vietnam’. Ningún venezolano con dos dedos de frente saldrá a defenderlo. Por el contrario, la sustracción del tirano será motivo de alegría, de fiesta prolongada, por el retorno del presidente electo de esta nación, Edmundo González Urrutia, y su vicepresidente, María Corina Machado.

Se afirma que Trump hablaría con Maduro; no dudo que será para conminarlo a irse con sus bártulos -¿a Cuba, a Rusia?- so pena de enfrentar un final parecido al de Ceauşescu-derrocado justamente en diciembre de 1989 o del chafarote Muamar Gadafi.

No se puede defraudar la buena fe de un pueblo, su paciencia, sus esperanzas. Tarde o temprano los tiranos y autócratas encuentran el lugar que les corresponde por aquello de que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista…”

Medardo Arias Satizábal, periodista, novelista, poeta. En 1982 recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría Mejor Investigación. En tres ocasiones fue honrado con el Premio Alfonso Bonilla Aragón de la Alcaldía de Cali. Es Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, 1987, y en 2017 recibió el Premio Internacional de Literaturas Africanas en Madrid, España.

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