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Se están yendo…
No se trata solo de migrantes económicos, sino de profesionales y trabajadores calificados que están en su momento más productivo
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13 de dic de 2025, 02:28 a. m.
Actualizado el 13 de dic de 2025, 02:28 a. m.
Colombia está enfrentando una realidad compleja que va más allá de la simple demografía. La preocupación no puede ser solamente que no nazcan suficientes colombianos, sino que los que están en edad productiva y reproductiva se están yendo masivamente.
Esta semana La Silla Vacía, con datos hasta noviembre de 2025, reveló que las personas de clase media y alta, que oscilan entre los 19 y 39 años (que son una buena parte de la fuerza laboral del país) protagonizan un éxodo silencioso.
No se trata solo de migrantes económicos, sino de profesionales y trabajadores calificados que están en su momento más productivo. Son jóvenes que deberían estar estableciendo familias, comprando viviendas y consolidando proyectos de vida en Colombia, pero que hoy hacen todo eso en otro país.
Esta migración se caracteriza por tener un especial protagonismo de profesionales de la salud, que contrasta con la situación del sistema debilitado en salud que hoy tenemos y que lo vuelve particularmente grave. Colombia tiene apenas 2,2 médicos y 1,3 enfermeros por cada mil habitantes, muy por debajo del promedio de la Ocde de 3,5 médicos y 8,7 enfermeros. Así que, si se nos van los profesionales que tenemos, que de por sí son limitados, no me imagino a dónde vamos a parar.
La demanda de estos profesionales está creciendo y otros países los están atrayendo de manera activa. Por ejemplo, Alemania, según datos de la misma Ocde, requerirá más de un millón de enfermeras adicionales en los próximos años, y precisamente, este país ya ha establecido alianzas específicas para facilitar la migración de enfermeras colombianas.
La intervención de las EPS, quiebra y cierre de centros hospitalarios, así como pagos irregulares, entre otros, han creado un ambiente que empuja a estos profesionales a buscar mejores condiciones en el exterior. Como lo dijo La Silla Vacía: “Todos estos jóvenes van a sentir que están desconectados de unas oportunidades a las que no van a poder acceder en Colombia y van a creer que afuera las van a conseguir”.
Del sector salud medianamente se tienen cifras, pero en realidad es bastante difícil dimensionar cuánto talento está saliendo del país, porque no tenemos claro quiénes se van ni qué hacían antes de irse. Hoy el país ni siquiera mide con precisión lo que está perdiendo. Sin esa caracterización real de los migrantes, resulta casi imposible evaluar el impacto real sobre el tejido económico y social. Y este no es un fenómeno exclusivo del sector salud. En los sectores educativo, industrial y agrícola, se comienza a sentir el impacto de esta transformación demográfica.
Es claro que la migración ha dejado en evidencia que Colombia tiene una incapacidad para ofrecer un proyecto de vida viable para sus ciudadanos. No se están generando condiciones reales y seguras de permanencia, progreso y estabilidad. Mientras esto no se atienda, seguiremos perdiendo a quienes deberían estar construyendo futuro aquí.
En todo caso, no podemos seguir lamentándonos por la caída de los nacimientos. El verdadero reto es la ausencia de una política pública coherente que les dé horizonte a las nuevas generaciones y sostenibilidad al país.
La pregunta ya no es si vamos a tener suficientes nacimientos para sostener la población. La pregunta que nos tenemos que hacer es si sabremos retener y atraer de vuelta la clase profesional que se necesita para construir un futuro próspero. Poco sirve aumentar la natalidad si los niños que nacen hoy crecen solo para irse mañana. Así, lo único que lograremos es perpetuar un ciclo que amenaza con convertir a Colombia en un país envejecido y despoblado, mientras deja escapar ese talento tan valioso que ya tiene.

Presidenta de Asocaña
6024455000





