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Vacante presidencial

Son días agitados también para los caciques políticos, ya mayores, que se distraen por las mañanas peleando en las redes y por la tarde reciben asesores y sapos que los visitan para pedirles consejo y ayuda...

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Muni Jensen
Muni Jensen | Foto: El País

13 de dic de 2025, 02:31 a. m.

Actualizado el 13 de dic de 2025, 02:31 a. m.

Todos estamos tan pesimistas que hasta en las fiestas de fin de año las conversaciones son negativas. Los temas se enfocan, en medio de la música y el buffet, en renegar de la cantidad de aspirantes a las elecciones del 26, la erosión de la seguridad, la crisis de la salud, el tráfico y la pelotera, y la controversia sobre las lanchas bombardeadas en las aguas de Venezuela.

Son días agitados también para los caciques políticos, ya mayores, que se distraen por las mañanas peleando en las redes y por la tarde reciben asesores y sapos que los visitan para pedirles consejo y ayuda, un ritual que les devuelve por unas horas la importancia que vivieron en una época anterior.

Las decenas de candidatos también andan como trompos buscando validación, hablando demasiado, rechazando las consultas y soñando que varios rivales se conviertan en sus seguidores. Al caer el sol, mientras los aspirantes envalentonados cuentan sus casi-votos y suman números gaseosos, aparecen en las redes las barbaridades nocturnas de sendos presidentes, acompañados de comentarios bilingües de supuestos sabihondos, casi siempre colmados de ataques directos y acusaciones con o sin razón. ¡Qué cansancio!

No es para menos. Nadie tiene paciencia para analizar las bondades y defectos de cien candidatos ni tiempo para escucharlos plantear sus planes utópicos. Los más moderados del centro hablan más pausado, intentando sonar más sensatos que los charlatanes y charladoras de los extremos, que con bulla y sin plan cautivan a un electorado aturdido. Todos sabemos que a este paso los resultados serán más de lo mismo. A pesar de esta realidad probada, nadie se retira, ni los que no tienen ruta al triunfo. Prefieren, en agosto, lamentarse del resultado por la radio o con indignadas columnas de prensa.

La solución hoy parece imposible. La prueba es que, si se organiza hoy una encuesta sobre la capacidad y talento del grupo de candidatos, la mayoría de los encuestados estarían de acuerdo: hay gente muy buena, bien preparada, comprometidos con el país, sin duda mejor que el liderazgo actual. Pero al elegir su candidato ideal, muchos colombianos tienen dificultades para saber por cuál definirse. Parece que ninguno convence, justo en un momento donde es urgente recoger las riendas de un gobierno desbocado.

Para resolver las dudas, es más fácil abrir una oferta de trabajo para escoger el próximo presidente, como se acostumbra en el sector privado. Los criterios de la vacante son sencillos: Se busca un candidato/a con una hoja de vida excepcional, con experiencia en el sector público, que demuestre casos de éxito, estudios avanzados, idiomas, cívica y con conocimientos de economía y geopolítica. Se requiere capacidad de comunicación y prueba de ortografía. Se necesita un candidato o candidata que pase la importantísima revisión de antecedentes y los exámenes psicotécnicos. Seguro que se puede encontrar a algún candidato entre este numeroso grupo.

Caleña. Graduada del Colegio Bolívar. Politóloga de Trinity College con Maestría en Estudios Latinoamericanos de Georgetown. Analista política y asesora para América Latina de Albright Stonebridge Group. Trabajó en Proexport en Bogotá y en la Cámara de Comercio de Cali. Fue subdirectora de la Oficina Comercial de Washington y jefe de prensa de la Embajada de Colombia en Washington.

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