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Árbol que nace torcido...

Recuerdo,creo que fue en 2013 una reunión en el antiguo colegio de la Sagrada Familia, ese bellísimo convento, orgullo patrimonial de Cali, donde tantas generaciones de mujeres se formaron y recibieron una educación basada en principios éticos y valores morales.

13 de noviembre de 2017 Por: Aura Lucía Mera

Recuerdo,creo que fue en 2013 una reunión en el antiguo colegio de la Sagrada Familia, ese bellísimo convento, orgullo patrimonial de Cali, donde tantas generaciones de mujeres se formaron y recibieron una educación basada en principios éticos y valores morales.
Fabiola Aguirre nos mostraba a los asistentes el proyecto un hotel boutique con algunos locales comerciales, respetando en todo momento la estructura del claustro, restaurándolo, embelleciéndolo, y rescatándolo del abandono en que quedaría sumido por la falta de recursos de las monjitas para mantenerlo. Un proyecto bien diseñado , que conservaría esta joya arquitectónica.

Recuerdo que me impresionó la cursilería de la decoración de las habitaciones, con espejos de marco dorado chillón, sofás capitoneados en seda y elementos rococó que nada tenían que ver con la época ni el sentido estético... pero en fin... que cada cual haga de su capa un sayo... y en gustos decorativos no hay nada escrito. Por lo demás, salí entusiasmada y felicité a Fabiola.

Pasaron los días, los meses y los años y el proyecto inicial se fue esfumando y retorciendo en las narices de todos los caleños sin que nos diéramos cuenta. Poco a poco, como las hormigas arrieras, se fueron socavando estructuras,demoliendo el patio central su vegetación se convirtió en losas frías,las habitaciones y su decoración estrafalaria se redujeron al mínimo, los espacios se transformaron en cubículos comerciales, la torre ‘moderna’ (un adefesio) cambió de altura... y todo,sin querer queriendo, a la vista de todos, repito. Del proyecto inicial no quedó nada. Lo que existe es una afrenta para la ciudad y ese rincón casi sagrado del Cali que nos queda y que nos quieren quitar a manotazo limpio y amenazas intimidantes.

La rifa de este enano de yeso se la ganó el alcalde Armitage y su equipo de gobierno que le puso tatequieto a este dinosaurio y suspendió las obras. Amenazas y demandas contra funcionarios de la Alcaldía que simplemente están cumpliendo su deber.

Ahora resulta que, según afirman los que conocen a fondo este enredo, el señor Jerónimo ni siquiera es arquitecto. Todo lo hicieron como hechos cumplidos, soterradamente, y ahora se rasgan las vestiduras porque les llegó la autoridad. Lo que no entiendo es por qué administraciones anteriores no tuvieron las agallas de pararles el macho a tiempo.

No sé si a raíz de este artículo también voy a caer en el costal de demandados. No me importa. Apoyo integralmente al Alcalde y a sus funcionarios, que están en todo el derecho y deber de parar este adefesio. O se regresa al proyecto inicial o no hay arreglo. Es cuestión de principios. La ciudad no se puede dejar amedrentar por hechos cumplidos y amenazas. Ya bastante desgreño y corrupción nos tocó vivir en años de administraciones de ingrata memoria por decir lo menos. No vamos a caer de nuevo en esto.

Le pregunto a doña Fabiola, mamá del proyecto y del arquitecto-diseñador, ¿qué opina de todo? ¿En qué quedó lo que nos mostró? ¿También fue a sus espaldas ? ¿Usted que fue funcionaria de Planeación y del POT? Ojalá nos aclare esas dudas. Usted es una mujer de carácter e ideas firmes.

Existen, según escuché, muchos intereses creados y está en juego mucha plata. Y parece que se traman cosas poco transparentes. Sería interesante que este proceso legal pasara a Bogotá. Eso es lo que me han dicho, no entiendo de leyes. Doctores, tienen la palabra. ¡Los principios son para respetarlos y no manosearlos!

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