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In memoriam

Abramos el corazón a la ternura y vivamos con alegría y pasión. Que no se nos olvide que la felicidad es un intangible espiritual

17 de abril de 2023 Por: Aura Lucía Mera

Hace unos días celebramos con unas amigas, que nos autodenominamos ‘La Junta’ o ‘La Manada’, tal vez porque entendimos hace mucho tiempo no solo que la amistad es sagrada sino que reunirnos semanalmente era y sigue siendo una fuente inagotable de vida, energía, apoyo, carcajadas, confidencias y nos reafirma que existimos unas para las otras, que no estamos solas y que aún si el tiempo pasa, los hijos crecen, llegan los nietos y también crecen, la vida continúa, los planes siguen, las ilusiones se enriquecen porque las atizan los recuerdos.

La adultez no significa encierro, aislamiento, lamento, queja o aburrimiento en soledad esperando el día... aquel día...
Hicimos un homenaje a una de ‘La Manada’ que partió hace un año, pero que sigue presente cada semana cuando nos reunimos y sentimos su energía eterna y también sus carcajadas.

La ceremonia, alegre, espontánea, amorosa estuvo a cargo de Amadeus Eberle, un sacerdote suizo-alemán que se enamoró de Los Farallones que enmarcan a Cali y en medio de su bosque de niebla tiene su Fundación Eco Tierra Vida.

Para mí, uno de los seres más espirituales que he conocido en la vida.
Voy al grano. Siempre tuve una confusión tenaz entre lo ‘religioso’ y lo ‘espiritual’. Para mi antagónicas, unidas a la fuerza, sin hilo conductor real.

Al fin entendí y separé totalmente los dos conceptos de mi vida. Como afirmó alguien, ”la religión es para quienes tienen miedo de ir al infierno, mientras que la espiritualidad es para quienes ya hemos estado en el infierno“.

Es “esa dimensión interior que nos conecta directamente con la vida. El Aquello que nada ni nadie nos puede quitar ni tampoco darnos. Es algo que nos lleva más allá de nosotros y nos conecta con lo que nos rodea. No está ligada a ninguna religión. Es nuestra naturaleza esencial”. Es, en definitiva, el resultado de cultivar nuestra vida interior.

No es camandulear, no es rezar como loro, ni vivir metido en iglesias, ni santiaguarse por todo. Tampoco es ‘actuar bien’ por terror a pecar y condenarse, ni tener la casa abarrotada de velas y de santos de todos los colores.

No es ponerse de rodillas ante un reclinatorio donde está un cura escondido preguntando morbosidades.

Curioso. Tantos años vividos entre las garras de una religión que me asfixiaba y que me producía terror, para encontrar el camino hacia una espiritualidad alegre, armoniosa, sin miedos. Creyente sin ataduras dogmáticas, pero llena de sentido y de amor.

Curioso que fueran dos sacerdotes quienes me liberaron del yugo y la culpa y me tendieran la mano y el corazón para enseñarme qué es la espiritualidad. Eduardo Lynch (qepd) y Amadeus del Bosquecillo.
Finalizo esta columna repitiendo que nadie está solo si tiene una ‘Manada’ medio salvaje pero amorosa. Y que la verdadera, amistad es la forma más delicada del amor.

Abramos el corazón a la ternura y vivamos con alegría y pasión. Que no se nos olvide que la felicidad es un intangible espiritual...

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