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Preguntar y contrapreguntar

Cuando pensábamos que nos habíamos librado del terrible flagelo del secuestro reaparece la historia de Cristo José y luego del pequeño Albertico.

14 de octubre de 2018 Por: Redacción de El País

Vuelve y juega. La misma sensación de impotencia, el mismo dolor en la boca del estomago y el corazón comprimido. Cuando pensábamos que nos habíamos librado del terrible flagelo del secuestro reaparece la historia de Cristo José y luego del pequeño Albertico para recordarnos que en este país, las tragedias no tienen fecha de caducidad y que nuestra delincuencia puede ser cada vez más descorazonada, asqueante y sin limites.

La buena nueva es que Cristo José ya está con sus padres, fue rescatado sano y salvo y podrá en algún momento recordar este episodio como una anécdota más de las que han azotado a su familia. No sólo él desde su indefensión vivió esta experiencia; su abuelo también fue secuestrado por el ELN y su liberación fue pagada por el hoy alcalde del municipio de El Carmen, el papá de Cristo: Edwin Contreras.

Este episodio no dice mucho sobre el caso de Cristo José o al menos eso parece. Muchos interrogantes surgen de la liberación del pequeño pese, y no lo pongo en duda, al efectivo trabajo de las autoridades que hicieron el mejor papel para cerrar el cerco de los captores. Sin embargo quedan en el ambiente una decena de preguntas para conocer los detalles del caso que estremeció la semana anterior al país.

¿Fue un secuestro extorsivo? ¿Por qué y bajo qué condiciones lo liberaron? Y lo más importante ¿ Quién lo tenía? Al plantear estas mismas preguntas en algunas redes sociales los hinchas furibundos de los bandos politizados y polarizados de este país han querido silenciar las preguntas bajo la excusa de que simplemente está libre y eso es suficiente para cerrar el caso.

Cabe recordar que en todos los episodios de este tipo se requiere plena identificación de los responsables y lejos de politizar la liberación de Cristo José, el país sí merece saber qué fue lo que realmente pasó y la opinión pública exigir respuestas a tales cuestionamientos.

El tema del secuestro no es un asunto menor hoy en el Colombia. El Gaula de la Policía este año han atendido 18 casos de raptos de menores de edad ¡dieciocho!. Y hace exactamente esos mismos años (18), en el 2000, el país vivió el pico más alto de este delito.

3.752 secuestros fueron reportados en el año dos mil, 10 ciudadanos diariamente fueron retenidos en Colombia contra su voluntad y pese a la reducción histórica en el año 2017 y la actual que va por el 16 %, las mismas autoridades dicen a voz baja sentirse preocupadas por casos como los de Cristo José y en zonas como los departamentos del Cauca, Antioquia, el Valle del Cauca y el Catatumbo.

Las bandas criminales, el ELN y los grupos residuales vienen haciendo de las suyas y consideran el secuestro como la segunda fuente de financiación de sus operaciones delictivas. La primera, sin duda, es el narcotráfico.

El secuestro extorsivo ha florecido en los últimos dos años, y lo peor de este escenario es que en un 90 % de los casos identificados por el Gaula de la Policía son los mismos familiares, vecinos o personas vinculadas al núcleo familiar de la víctima quienes están contribuyendo con los delincuentes para las detenciones forzadas en diferentes puntos de la geografía nacional.

Son profundas y dolorosas las raíces del secuestro en este país, por eso un caso tan emblemático como el de Cristo nos puede ayudar a entender lo que viene pasando en terreno. Las preguntas hoy más que nunca son necesarias, preguntar y contrapreguntar es un ejercicio democrático, así como es una obligación democrática responder y más cuando ha estado en riesgo la vida de un pequeño de tan solo cinco años que pudo ser su hijo, o el mío.

Sigue en Twitter @MabelLaraNews

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