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Los males que tienen al negocio de la pesca en el Valle a punto de naufragar
La falta de presencia del Estado, el impacto del Tratado de Libre Comercio y la inseguridad, impactan al sector pesquero de Buenaventura.
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14 de feb de 2019, 11:50 p. m.
Actualizado el 22 de abr de 2023, 08:18 a. m.
No es exagerado decir que la actividad de la pesca en Buenaventura y en el Pacífico está a punto de naufragar.
Las cifras de esta industria lo dicen todo: se perdieron 35.000 empleos en los últimos diez años; de 250 buques pesqueros que conformaban la industria hace una década, hoy solo quedan 50; el 70% de los pescadores se quedan de brazos cruzados cuando llega la veda de camarón; el precio de los combustibles se ha trepado 75% en los últimos años y de 10.000 pescadores artesanales que se dedicaban a este sector entre los años 2000 y 2009, hoy solo sobreviven unos 3.500. Los demás huyeron del mar.
De esta industria solo quedan recuerdos: las ganancias por las faenas de pesca hace dos décadas en Buenaventura eran el sustento principal de centenares de familias de bajamar. El panorama actual es otro.
Con el paso de los años, los pescadores artesanales y las industrias pesqueras redujeron su producción por múltiples razones.
Con los tratados de libre comercio, la competencia ya no es de pescador a pescador, sino con un mundo lejano, con países como Vietnam que traen al país productos a precios muy bajos.
“Se ha vuelto costosa la infraestructura, además la importación nos está haciendo daño” dijo Manuel Bedoya, presidente de la Asociación Nacional de Pescadores Artesanales de Colombia, Anpac.
La veda
Como autoridad en la materia, Bedoya reconoce los esfuerzos del sector por permanecer, pero señala que hace falta la intervención del Estado en el fortalecimiento de la actividad.
“Desaparecieron más de 35.000 empleos, y el 70% de los pescadores están sin hacer nada por la veda del camarón” dijo.
La Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, Aunap, anunció en diciembre del 2018 la implementación de la veda del camarón de aguas profundas y someras en el Pacífico, que arrancó el 15 de enero y se extenderá hasta el 15 de marzo, dos meses donde se reducen los ingresos de los más de 3.500 pescadores ubicados en Buenaventura.
“Los pescadores en su mayoría no tienen artes para la pesca blanca, entonces se quedan en las orillas sin hacer nada” aseguró.
En la última reunión que sostuvo el director de la Aunap, Nicolás del Castillo, con el sector pesquero, anunció que en el Congreso cursa un proyecto para crear incentivos económicos a los pescadores que respetan el periodo de veda.
La generación de empleos del sector pesquero es fundamental para dinamizar la economía de la región, sin embargo, es notable la reducción de la actividad.
Para Mary Estrada Valdes, directora ejecutiva del Comité Intergremial e Interempresarial de Buenaventura, “al Gobierno se le ha dicho de muchas maneras, la importancia del sector pesquero, del turismo y otros que generan una empleabilidad altísima, que no se compara con los que pueda generar una empresa”.
Los altos costos
Además de la reducción de las ganancias durante la veda, los pescadores tanto industriales como artesanales, deben asumir altos costos en el combustible y en los permisos y demás elementos a utilizar para salir a la faena.
Una faena de un pescador artesanal tiene un costo de $4 millones, recursos que en ocasiones no se recuperan con las ventas, debido a la competencia con el producto importado.
Judith Segura, presidenta de la Asociación de Pescadores Industriales, explicó que además de los costos del combustible y la competencia que se da en materia de exportación del producto pesquero, también enfrentan los altos costos de los permisos de navegación.
“El combustible es el 75% de los costos de operaciones, una faena cuesta alrededor de $67 millones y no siempre se recupera” comentó.
Deben conseguir permisos ante la Capitanía de Puertos, peritaje para la evaluación de la embarcación, además del registro de salubridad para exportar los productos, trámites que supera los 7 millones de pesos.
El año pasado la exportación hacia España, cliente principal de las industrias pesqueras del puerto, también se vio afectada, pues ese mercado se invadió con producto de Vietnam e India.
“Estábamos casados con ese cliente, pero vamos a buscar más clientela en Europa” manifestó Segura.
Falta más seguridad
La rentabilidad de la actividad pesquera también se ve afectada por la inseguridad que se percibe en tierra y agua. Nadie está a salvo de delincuentes en botes y lanchas rápidas que le salen al paso a los pescadores.
Los atracos en altamar a los buques pesqueros y a pescadores artesanales se traduce en pérdidas económicas millonarias.
“Se debe hacer una inversión muy alta para emprender una faena, pero cuando se reportan atracos ningún armador quiere volver a salir por las pérdidas” indicó Segura.
Hace dos décadas había registrados unos 250 buques de pesca industrial, actualmente la cifra es de aproximadamente 50.
En la pesca artesanal, hace unos 15 años, se registraron 10.500 pescadores, pero hoy solo hay unos 3.500.
La extorsión también tiene afectada la actividad.
Según Manuel Bedoya, en La Playita, donde funciona un terminal pesquero, “hacia el año 2005, con la llegada del paramilitarismo, muchas mujeres platoneras se fueron del sitio por las extorsiones”.
El cuarto frío y las hieleras que manejaba el terminal, donde los pescadores tenían espacio para conservar el producto, ya no funcionan, sin embargo, el gremio espera que con la inversión de un proyecto de regalías del departamento vuelvan a estar al servicio del sector.
Algunos propósitos
La pesca y la acuicultura nacional buscan armar una nueva red robusta para nadar en mares de competitividad y alta productividad. La meta es alcanzar los niveles de exportación de Ecuador, es decir unos US$6.000 millones anuales, de aquí al año 2029.
Nicolás del Castillo, director de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), dijo que en sus objetivos está incrementar el consumo de pescado per cápita anual, para llegar a 20 kilos de aquí a cuatro años.
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