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En Cali, 870 kilómetros (el 37 %) de las tuberías están construidas en asbesto - cemento. La mayoría de estas tuberías están en el Centro. | Foto: Raúl Palacios / El País

SALUD

Asbesto, una amenaza latente que acecha a todo Cali

Desde los tejados de las casas hasta las tuberías de alcantarillado y acueducto están compuestas por este material que, según autoridades sanitarias, tiene efectos cancerígenos.

10 de marzo de 2019 Por: Paola Andrea Otero Vega, reportera de El País

“El asbesto convive con nosotros. Se encuentra en los frenos para vehículos, en ciertas tejas para techos, en algunas pinturas, losas y azulejos que se usan en las casas. Los conductos de aire acondicionado y las tuberías de los calentadores de agua también están revestidas de asbesto, al igual que los tanques construidos con fibrocemento para almacenar este líquido vital”, comenta con preocupación Alberto Ramos Gárbiras, exprocurador ambiental del Valle.

Antes de continuar, hace una pausa y sentencia: “lo que pasa es que el asbesto se utiliza para reforzar el cemento y por eso es que podemos decir que está esparcido en todas partes, porque cemento hay en todo lado. Sin embargo, está concentrado en las siderúrgicas y donde quiera que haya una construcción o una demolición. Además, si usted pasa por un sitio donde están taladrando una calle en la ciudad o en cualquier parte, tenga en cuenta que el polvo que se suspende en el aire por esta actividad también es perjudicial para los transeúntes”.

Los perjuicios de la exposición al asbesto o amianto están sobrediagnosticados: quien ha estado expuesto a este mineral por un periodo corto o largo puede desarrollar cáncer de pulmón, garganta, esófago y mesotelioma (tumor que se desarrolla en la
envoltura o membrana que protege el pulmón).


Por eso la Organización Mundial de la Salud aconsejó eliminar en el planeta todos los tipos de asbesto. Hoy por hoy, más de 67 países del mundo ya acataron esta recomendación y prohibieron su producción, uso y distribución en sus territorio, pero este tema sigue siendo uno de los grandes pendientes en Colombia.

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Sin embargo, un primer avance ocurrió la semana pasada, cuando un fallo del Juzgado 39 Administrativo de Bogotá dio un plazo máximo de cinco años al Estado para la creación de una política de sustitución del uso del asbesto por los efectos cancerígenos que tiene en la población.

“Es una decisión importante, pero sigue siendo muy preocupante que en el país aún exista una política de uso seguro del asbesto que continúa generando consecuencias negativas en el ambiente y en la salud de la población expuesta”, asevera Fabián Méndez, médico epidemiólogo y profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad del Valle.

Panorama regional y local del asbesto

Las cifras le dan la razón al experto. Según el Sistema Integral de Información de la Protección Social, Sispro, 14.013 personas fueron diagnosticadas en el Valle del Cauca, entre los años 2011 y 2016, con enfermedades laborales relacionadas con el amianto.

“Los trabajadores de la industria del asbesto son los más expuestos, y allí están involucrados tanto quienes laboran en minas, como en las fábricas en donde se hacen productos con ese mineral. En Yumbo, por ejemplo, hay una planta de Eternit”, explica Méndez.

Otros grupos poblacionales con riesgo a sufrir enfermedades producidas por este mineral, son las personas trabajadoras de las industrias de la construcción y automotriz.

“Por ejemplo, en todos los talleres de mecánica donde cambian pastillas de frenos, los trabajadores están muy expuestos: las pastillas vienen en unos dispositivos, y lo que hay que hacer es retirar la unidad vieja y poner una nueva. Pero aquí en Colombia, las pastillas vienen aparte del dispositivo que las contiene, entonces a la persona le toca pulirla a través de una pulidora, actividad que genera unas partículas muy pequeñas, que son muy nocivas para la salud”, precisa el médico epidemiólogo.

Según datos consultados por El País en el portal Compite 360 de la Universidad Javeriana, solo en la capital del Valle hay 770 empresas legalmente constituidas, que realizan a actividades de “comercio, mantenimiento, reparación de vehículos automotores y motocicletas, sus partes, piezas y accesorios”. Esto permite concluir que las personas que trabajan en las labores mecánicas de dichos lugares, se exponen de manera permanente al asbesto que se libera en el cambio de los frenos.

Pero hay más oficios en riesgo por consumo y contaminación por este mineral. Se trata de quienes trabajan en el campo del reciclaje y todas la personas que viven cerca a basureros y escombreras.

De acuerdo con Gloria Hidalgo, presidenta del sindicato de carretilleros de Cali, en la ciudad hay cerca de 5000 personas que, de manera organizada, se dedican al las labores del reciclaje. Asimismo, hay cerca de 320 ‘chaneros’ que trabajan en la recolección y transporte de Residuos de Construcción y Demolición, RSD.

“Y a esas cifras también se le debe sumar la cantidad de habitantes de calle que también hacen reciclaje en la ciudad, y que podrían llegar a unas 800 personas”, asegura Hidalgo.

Asimismo, vale la pena precisar que en la capital del Valle, la estación de transferencia de la Carrera 50 es el único lugar autorizado para el arrojo de residuos de la construcción y demolición. Sin embargo, de acuerdo información de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos Municipales, Uaespm, en toda la ciudad hay 300 sitios de arrojo clandestino de basuras y todo tipo de residuos.

Estos lugares están ubicados, principalmente, el oriente de la ciudad y a lo largo de todo el Jarillón del río Cauca. También en diferentes tramos de la Avenida Ciudad de Cali y de las autopistas Suroriental y Simón Bolívar. Por lo tanto, los habitantes que viven cerca a estos sitios también están en riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la exposición al asbesto.

“Sabemos que esta situación genera efectos negativos en la salud de los trabajadores y la comunidad en general, lo cual hace necesario implementar acciones, programas y campañas de prevención y promoción de carácter nacional, con la participación del Gobierno Nacional, trabajadores, empleadores, gremios, administradoras de riesgos profesionales y demás actores del Sistema General de Riesgos Profesionales”, manifiesta Nelson Sinisterra, secretario de Salud de Cali.

El funcionario también añade que en dicha dependencia no se tiene un registro de cuantas personas han padecido enfermedades relacionadas con el asbesto debido a que este “no es considerado como un tema de salud pública”.

El 37 % de las redes de acueducto de Cali están construidas en asbesto
De los 2998 kilómetros de redes de acueducto y alcantarillado que existen en la capital del Valle, 870 kilómetros (el 37 %) están construidas en asbesto- cemento. La mayoría de estas tuberías se encuentran ubicadas en el centro de la ciudad y en los barrios más antiguos de la misma, como San Antonio, Libertadores, El Nacional y El Peñón.

“Sin embargo, en Cali no se construyen estas redes con asbesto desde 1993. Además, cuando estas se instalaron ya venían los suficientemente tratadas y no representaban riesgo para la ciudadanía”, así lo dio a conocer la Gerencia de Acueducto y Alcantarillado de Emcali.

Vale la pena precisar que en muchas de las zonas mencionadas anteriormente, ya se ha hecho reposición de esas redes, las cuales se están cambiando por otros materiales como PVC o hierro fundido.
De hecho, en el 2018, las Empresas Públicas invirtieron $18.734 milones para estas actividades y, para este año, el presupuesto previsto está cercano a los $15.000.

Al respecto Fabián Méndez, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad del Valle, asevera “que remover esas puede ser peor que dejarlas allí”.

“Hay que esperar a que, por obsolescencia, se tengan que cambiar con las medidas adecuadas”, concluye.

Cambio de redes

En el 2018, con recursos del presupuesto propio de las Empresas Municipales de Cali, Emcali, se invirtieron en el cambio de redes de acueducto y alcantarillado un total de $12.482 millones.

Al mismo tiempo, en la optimización de redes secundarias de la ciudad, inversión que fue costeada con recursos de Emcali y del convenio Conpes, se invirtieron $6252 millones. Todo lo que se cambió era
de asbesto.

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