Es realmente palpable y por momentos desolador el silencio de los presidentes de América Latina ante la batalla que libra México contra Trump. Ha habido palabras en tono menor, por aquí y por allá, pero no una declaración enérgica que reúna a todo el continente y que, por primera vez, exprese su unión. ¿Qué fue de esa tan mentada solidaridad continental? Ningún presidente de ningún país, a mi conocimiento, ha dado un paso contundente hacia adelante para decir lo que todos los latinoamericanos o al menos una inmensa mayoría queremos que digan. Algo que podría resumirse en esa vieja frase de barrio: “Lo que es con México es conmigo”. Y algo más: tendrían que haber dicho que el muro no es sólo hacia México, sino hacia toda Latinoamérica, y que como un muro tiene dos lados nosotros nos quedaremos de este y los dejaremos a ellos allá, por supuesto con las puertas abiertas para ese 50% de norteamericanos que, perdedores, son las primeras víctimas del nuevo gobernante.

Trump fue quien sacó las garras proyectando su racismo y ese necio sentimiento de superioridad que he tenido ocasión de presenciar en algunos norteamericanos con México, pero como fue él quien empezó, Latinoamérica debería desempolvar ese viejo disco del grupo chileno Quilapayún y recordar su canción ‘La Muralla’, en donde se dice: “Pun pun, ¿quién es? El sable del coronel. ¡Cierra la muralla!”, y luego, “Al corazón del amigo, ¡abre la muralla! Al veneno y al puñal, ¡cierra la muralla!”.

Del mismo modo que Turquía es la primera trinchera de la guerra de Europa contra el Estado Islámico, México es la primera trinchera del matoneo internacional de Donald Trump, el cual se extiende y ramifica hacia América Latina, Europa, África y Asia. De ahí la necesidad de una respuesta rotunda, y de que Europa y América Latina se muestren unidas. Si Estados Unidos abraza la Rusia de Putin, a Europa no le quedará más remedio que volcarse sobre Latinoamérica, en donde encontrará reciprocidad de valores, ideas e incluso políticas de gobierno. Unidas, estas dos regiones podrán contrarrestar el bullying de los dos grandes matones rubios: Trump y Putin.

No debemos olvidar que si ha habido en tierras americanas un país solidario y generoso con sus vecinos ha sido justamente México. Ha dado asilo en épocas difíciles, ha sido mediador en decenas de conflictos, ha dado siempre su voz de apoyo y nunca dudó en poner sus recursos para ayudar a otros. Se dio en la tarea de crear un Estado regido por la cultura y las ideas y lo compartió con toda América Latina a través de sus editoriales, como el Fondo de Cultura Económico, que construyó en Bogotá una de las mejores librerías y un centro cultural de primer orden. Y ahora que México necesita apoyo, ¿hacia dónde miran los presidentes latinoamericanos?

Debo decir, en honor a la verdad, que el único al que le he oído decir algo fue a Nicolás Maduro. En un programa de televisión exclamó: “¡El que se mete con México, se mete con Venezuela!”. Muy bien, pero… ¿y? Ahí terminó todo, pues las palabras de Maduro, de tanto desparramarlas sin cuidado ni método, de tanto soliviantar a sus seguidores con groserías e insultos a diestra y siniestra, se han desprestigiado y devaluado, y ahora ya no valen nada. Como en el cuento de Pedro y el lobo, ahora que tiene razón ya nadie lo escucha.