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El respeto al lenguaje

Hemos dicho siempre que el lenguaje es un instrumento que sirve para construir, pero también para destruir; y quienes bien lo utilizan, propician los mejores momentos para que la sociedad mejore y avance

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Eduardo Durán Gómez
Eduardo Durán Gómez | Foto: El País

29 de dic de 2025, 02:09 a. m.

Actualizado el 29 de dic de 2025, 02:09 a. m.

El rey Felipe VI de España, en su mensaje de conmemoración del sistema democrático de su país, que coincidió con la Navidad, hace una exhortación para la moderación del lenguaje, para que a través de las palabras no se cause daño ni se afecten las relaciones en la sociedad.

Hemos dicho siempre que el lenguaje es un instrumento que sirve para construir, pero también para destruir; y quienes bien lo utilizan, propician los mejores momentos para que la sociedad mejore y avance, para que se generen los espacios indispensables para una creación con valor agregado en donde el crecimiento positivo resalte y produzca satisfacción y bienestar.

Pero tenemos que resaltar, muy a pesar de estos propósitos, que pulula en el mundo una tendencia perversa y nefasta para elevar el tono, para generar inquina, para producir roncha, para causar daño.

Es el regodeo con lo negativo, con la ofensa, con la avería, con la calamidad y con la catástrofe. Una tesis absurda que pretende enseñar que la construcción se hace en medio del desastre y que los resultados vienen después de la agresión y del perjuicio, y para algunos de la destrucción y de la muerte.

No, eso no es lo que ha enseñado la civilización, sino la barbarie, y en muchas épocas de la historia hemos visto seres humanos que han adquirido enorme influencia con discursos llenos de odio, soberbia y venganza, y el equívoco los ha llevado hasta la muerte, con balances que la humanidad hoy lamenta, condena y repudia, y lo seguirá haciendo por los siglos de los siglos por tratarse de hechos que han manchado la vida y lacerado la humanidad.

La sociedad no puede transitar en medio de temores, en el marco de un lenguaje de pánico que asusta y pretende generar sumisión. El hombre debe tener un camino despejado, tranquilo, sin amenazas y sin miedos, para que pueda estar en capacidad de disfrutar el libre desarrollo de la personalidad.

El mismo rey de España nos dice “El miedo solo construye barreras y genera ruido, impide comprender la realidad en toda su amplitud” y clama por un futuro en medio del diálogo, del acercamiento, de la concertación.

En esta época de meditación y recogimiento familiar, qué bueno sería reflexionar sobre los principios que han exaltado la civilización, que comienzan por el respeto, por la buena forma de comunicación entre las personas y con el altruismo que debe rodear los actos de cualquier individuo, y muy especialmente de quienes tienen responsabilidad colectiva y facultad para irradiar mensajes en el común de las personas.

Nos aguarda un Año Nuevo. Brindémosle la esperanza para que podamos estar en capacidad de mejorar y de ser mejores personas.

Abogado y miembro de la Academia Colombiana de Historia y de la Real Academia Española de la Historia.

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