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El Centro de Formación Integral Providencia es el lugar donde crecen los hijos de esa comunidad, como Adrián Abel Oviedo, actual operario de producción de bordado, quien se llena de orgullo evocando los días en los que se paseaba por el colegio como estudiante. | Foto: Foto: Especial para El País

La esperanza que crece entre la caña

Entre el maravilloso verde de los cañaduzales que estampan el paisaje de El Cerrito, creció el Centro de Formación Integral: la obra social más grande del Ingenio Providencia. Esta es la historia de la otra ‘cosecha’ que rebasa las fronteras del cultivo.

1 de octubre de 2018 Por: Elpais.com.co

Providencia no solo ha sembrado una historia de progreso en la región. También puso la semilla para el crecimiento de muchos vallecaucanos, cientos, miles quizá, que desde 1966 hasta ahora pasaron por el Centro de Formación Integral que fundó a pocos metros de su planta, en El Cerrito.

En la década del 60, justo cuando empezaba a expandirse empresarialmente, y el azúcar que producía destacaba por su calidad, el Ingenio destinó esfuerzos a otra labor de dulzura complementaria: educar y empoderar a las comunidades aledañas a su planta de producción. Y fue así como nació el Centro de Formación Integral: un colegio autosostenible gracias a un modelo de gestión de recursos implementado para garantizar su funcionamiento a partir de emprendimientos desarrollados en la sede educativa.

Es por eso que hoy allí funcionan cuatro unidades de negocio: el taller de confecciones ‘Pro Tejer’, la unidad de servicios súper sacos ‘Big Bag’, una zona de talleres industriales y, en alianza con la Universidad Autónoma de Occidente, programas tecnológicos como gestión contable, gestión empresarial, entre otros.

La unidad ‘Big Bag’, es un servicio de lavado y mantenimiento de los súper sacos que utilizan varias empresas de la industria alimenticia. En los talleres industriales hacen mantenimiento de máquinas especializadas como condensadores, evaporadores y tuberías. En el taller de confecciones fabrican, estampan y bordan los uniformes de compañías como Postobón, Carvajal, Falabella y Aldor, entre muchas otras. La mayoría de los empleados son madres cabezas de familia o egresados de la propia institución. Los ingresos que producen los emprendimientos alimentan el sostenimiento del colegio que, como puede verse, es mucho más que un colegio.

El Centro de Formación Integral Providencia es el lugar donde crecen los hijos de esa comunidad, como Adrián Abel Oviedo, actual operario de producción de bordado, quien se llena de orgullo evocando los días en los que se paseaba por el colegio como estudiante. “Acá hice desde jardín -cuenta-. Mi esposa también se graduó y trabaja acá. Mi hija está en kinder. Hasta me casé en la capilla del colegio”. Adrián, de 34 años, sonríe al hablar.

Y así son muchas las historias de egresados que encontraron en el mismo colegio una oportunidad laboral: la coordinadora académica de bachillerato, las dos profesoras de química, una docente de inglés y hasta la directora del taller de confecciones, pasaron por las mismas aulas de clase que hoy reciben a 3500 personas de Amaime, El Cerrito, Pradera, Santa Elena y Palmira.

El colegio garantiza un óptimo proceso de enseñanza, aprendizaje y evaluación de sus alumnos, mediante la puesta en práctica del modelo pedagógico de aprendizaje activo y significativo, que fomenta la movilización de su pensamiento reflexivo y crítico. Hay menos clases magistrales y más intercambio y construcción de conocimientos nuevos, al igual que actitudes que respondan a los principios fundacionales.

“Aquí, siete docentes de inglés trabajan con los estudiantes desde transición en la adquisición y fortalecimiento de esta lengua. Lo hacen mediante la lectura comprensiva, el análisis y la producción oral; en producción de textos narrativos trabajan cuentos y novelas, poemas, rimas y canciones. También tienen actividades de post-lectura: escriben y ponen en escena juegos de roles y obras de teatro en inglés, en el marco de los ‘English Days’ como Halloween, el día de Acción de Gracias, San Valentín, Navidad, entre otros.

De esta manera se ha logrado que los estudiantes se sientan ciudadanos del mundo, se gradúen con nivel B1 en las Pruebas de Estado y tengan fuertes aspiraciones universitarias y profesionales”, cuenta María Consuelo Araújo, asesora educativa del plantel.

Dotado con un teatro para 600 personas, una gran biblioteca y amplias zonas verdes, el Centro también cuenta con una piscina semiolímpica y un parque acuático para los más pequeños. La sede se extiende por un terreno de ocho hectáreas: el espacio ocupado por un estadio como el Pascual Guerrero de Cali, apenas equivaldría a la mitad de la institución.

El Centro Integral, además, no solo ofrece alternativas de formación para niños y jóvenes, sino también para adultos. De modo que allí también han terminado sus estudios cientos de hombres y mujeres de la región. Para explicar lo que ese colegio significa para sus alumnos mayores, María Teresa Delgado, la rectora, recuerda el caso de un egresado inolvidable: “Era un señor que se demoraba como una hora y media para llegar a clase en las noches. Nos contaba que corría por la zona rural hasta llegar a la carretera y desde allá, regateaba el pasaje para venir a estudiar. Hoy en día trabaja en la parte administrativa del Ingenio”.

“La educación es la apuesta del Ingenio para generar desarrollo en la región. Formamos ciudadanos del mundo”, MARÍA TERESA DELGADO - Rectora del Centro Educativo.

Ingenio Providencia

Empresa agroindustrial, dedicada a entregar soluciones energéticas y sucroquímicas de alto valor agregado, a partir de fuentes renovables. Fundada en 1926 por don Modesto Cabal Galindo y desde 1991 hace parte de la Organización Ardila Lülle.
Actualmente, cuenta con cuatro plantas: azúcar, alcohol, cogeneración de energía y compostaje

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