Editorial
¡No más!
A ese enemigo que cambia de máscara a su conveniencia, hay que decirle que esta sociedad no sucumbirá ante sus embates...
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22 de ago de 2025, 05:04 a. m.
Actualizado el 22 de ago de 2025, 05:04 a. m.
Cali vuelve a estar bajo el régimen del terrorismo, ese maestro de la muerte que se regocija con la tragedia, al que le es indiferente el sufrimiento y que tiene como objetivo desestabilizar a una ciudad a la que convirtió en el epicentro de su violencia y cinismo.
A ese enemigo que cambia de máscara a su conveniencia, hay que decirle que esta sociedad no sucumbirá ante sus embates y, que por el contrario, se levantará más fuerte, unida y decidida a erradicarlo para siempre, rodeando a sus autoridades y mostrando su solidaridad con quienes se convierten en sus víctimas.
El atentado de ayer en inmediaciones de la Base Aérea Marco Fidel Suárez fue un acto aleve y cobarde, perpetrado a plena luz del día, en una hora de alto movimiento y que tenía la intención no solo de afectar las instalaciones militares, sino de atacar a la población civil. Seis muertos y al menos 60 heridos, así como decenas de viviendas y locales comerciales dañados por la onda explosiva, fue el balance inicial, que refleja la gravedad de lo sucedido en la capital del Valle.
Los indicios apuntan a que el acto terrorista fue cometido por las disidencias de la Jaime Martínez, estructura criminal al mando de alias Iván Mordisco que opera en el sur del departamento y en el norte del Cauca. Es el grupo armado por fuera de la ley que maneja los cultivos ilícitos y la producción de cocaína y marihuana, trabaja de la mano con las mafias multinacionales que operan en la región, comanda el negocio de la minería ilegal y amedrenta a las poblaciones a través de las amenazas y la violencia encarnizada.
Se sabe, como lo ha denunciado profusamente este diario, que sus milicias urbanas están en Cali, en los sectores más vulnerables de la ciudad, desde donde cooptan a niños y jóvenes para sus causas perversas, como la ocurrida en la tarde de este jueves, o como pasó el 10 de junio con la sucesión de ataques en diferentes puntos de la ciudad.
No queda la menor duda que la capital del Valle es de tiempo atrás epicentro del accionar así como objetivo de esa y de las demás organizaciones criminales asentadas en la zona. Tampoco se puede negar que las decisiones y políticas del gobierno de Gustavo Petro -incluidas su fallida paz total o la reducción de recursos para la Fuerza Pública y para inteligencia militar- han facilitado su expansión por el territorio.
Las decisiones tomadas en el Consejo de Seguridad realizado anoche en el Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, con presencia de las autoridades locales y regionales así como del Presidente de la República y su Ministro del Interior, deberán apuntar a soluciones eficientes y definitivas para enfrentar el terrorismo y la violencia no solo en Cali sino en el Valle y en el suroccidente del país, donde no existen fronteras para la criminalidad y sus negocios perversos.
Al Gobierno Nacional hay que exigirle, de nuevo, que responda por la seguridad y la tranquilidad de esta comarca, que permanece unida aún más en la adversidad y que les dice a los violentos que no se dejará amedrentar ni cederá a su presión terrorista. ¡No más!
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