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Los ejercicios del vecino

Tratando de usar la reacción de la comunidad internacional y anunciando una supuesta invasión de los Estados Unidos, el Gobierno de Venezuela ordenó unos ejercicios militares. Está en todo su derecho, salvo porque, como ha sido comprobado, integrantes de la Guardia Nacional Bolivariana ingresaron a territorio colombiano.

28 de agosto de 2017 Por: Editorial .

Tratando de usar la reacción de la comunidad internacional y anunciando una supuesta invasión de los Estados Unidos, el Gobierno de Venezuela ordenó unos ejercicios militares. Está en todo su derecho, salvo porque, como ha sido comprobado, integrantes de la Guardia Nacional Bolivariana ingresaron a territorio colombiano.

Esa realidad fue puesta de presente por el Gobierno Nacional mediante una nota de protesta formal, enviada ayer por nuestra Cancillería. Se sabe que por lo menos diez motos del cuerpo de seguridad venezolano ingresaron a la localidad de Paraguachón en el departamento de la Guajira, agrediendo a algunos moradores del barrio San Martín y dispararon gases lacrimógenos, además de quitarles algunos recursos económicos.

Después de la protesta, lo que debería seguir es la constatación de los hechos. Y lo que sería deseable es que se presentaran las debidas disculpas por algo que no está bien en las cordiales relaciones que deberían existir entre vecinos. Sin embargo, antecedentes recientes como la invasión a una zona colombiana sobre el río Arauca, realizada por integrantes del Ejército venezolano, indican que esa cortesía ya es muy difícil esperarla.

En declaraciones dadas durante los juegos de guerra que adelanta su ejército, el Ministro de Defensa del país vecino desmintió que se haya presentado esa incursión. Es la misma conducta que mantuvo cuando miembros de esa institución levantaron un campamento en territorio colombiano e izaron la bandera de su país. Por fortuna, el Gobierno de Colombia mantuvo una conducta prudente que impidió lo que pudo ser el inicio de un conflicto de impredecibles consecuencias.

Pero a su vez, es claro que los ejercicios para rechazar la hipotética “invasión imperialista” se están llevando a cabo en la frontera colombo venezolana. Esa línea que unos años atrás era un vínculo alrededor del cual se desarrollaba un proceso permanente de confraternidad y colaboración, se transformó en motivo de discordia permanente, donde el régimen creado por Hugo Chávez y continuado por su sucesor aplicó una política de tolerancia con las guerrillas y luego con el narcotráfico que transformó las relaciones.

Además, y lo que es peor, fue escenario de malos tratos permanentes contra colombianos residentes en el país vecino, acusados de paramilitarismo cada que el régimen chavista necesita agitar las banderas nacionalistas para desviar la atención sobre la crisis en que hundió a Venezuela y la tragedia que vive su población. No sería extraño que lo ocurrido en Paraguachón sea la continuidad de una estrategia dirigida a confundir a los venezolanos, tratando de crear solidaridades con un gobierno rechazado por sus malos procederes.

Por supuesto, Colombia no debe caer en la trampa que le puede estar creando la dictadura de Venezuela. Es decir, aunque se deba mantener alerta, la reacción debe limitarse a la respuesta diplomática y a la denuncia en los organismos internacionales que sean del caso. No sobra advertir que los ejercicios militares del vecino pueden ser también un desafío a nuestro país.

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