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La señora Canciller

Eso le hizo posible desarrollar una carrera brillante en la cual fue escalando posiciones bajo la protección del entonces canciller Helmut Kohl.

27 de septiembre de 2021 Por: Editorial .

Con la realización de las elecciones para elegir el Parlamento de Alemania se concreta el retiro de Ángela Merkel del gobierno que dirigió durante dieciséis años. Más que el resultado de su capacidad de supervivencia en un medio tan difícil como la política y la conducción de un país, la Canciller es un ejemplo del liderazgo basado en la credibilidad que nace de interpretar los momentos y las aspiraciones tanto de su país como de Europa.

Ingeniera química y física, la señora Merkel creció en la Alemania Oriental donde su padre fue trasladado como pastor a una ciudad cercana a Berlín. Pero fue su inclinación a la política la que primó a lo largo de su vida, y una vez producida la caída del muro y la unificación de Alemania. Así creció en las huestes de los partidos conservadores locales, regionales y nacionales, en los cuales demostró sus cualidades para construir consensos y para tomar decisiones que interpretaron la voluntad de sus votantes y las necesidades de su nación.

Eso le hizo posible desarrollar una carrera brillante en la cual fue escalando posiciones bajo la protección del entonces canciller Helmut Kohl. Luego, en el 2006, no vaciló en pedir su relevo y en presentarse como líder del Partido Unión Democrática Cristiana de Alemania, ganando la elección, lo que la llevó a ser elegida como Canciller de su país por el Parlamento.

Desde entonces, sus esfuerzos fueron una constante y paciente labor por interpretar el momento, las crisis y las soluciones que demandaba una nación cuyo pasado reciente estaba marcado por la pérdida de una guerra que la devastó, la división entre el comunismo y el capitalismo, y la reunificación entre una parte rica y libre, y otra en ruinas y necesitada de apoyo para regresar a la libertad y a la democracia.

Y en el plano europeo, la Canciller convirtió a Alemania en el pilar fundamental de la Unión Europea y ella misma se transformó en la guía para superar las crisis de una alianza que empezó como una unión aduanera y hoy es la tercera potencia del mundo. Su imagen ha sido fundamental para superar la quiebra de economías como la de Grecia, España e Italia, para enfrentar con respeto y mano firme los conflictos ocasionados por las migraciones venidas de Medio Oriente y con autoridad los retos de la Rusia de Vladimir Putin, las diferencias con los Estados Unidos de Donald Trump y los desafíos de la pandemia del Covid-19, entre muchos asuntos.

Su capacidad de crear consensos, de tomar decisiones y hacerlas respetar como la representante de la economía más sólida de Europa, le ganaron el respeto y el reconocimiento en Occidente y el resto del mundo. Dieciséis años después, cuatro períodos de gobierno y de negociaciones con sus rivales en Alemania para crear gobiernos estables y productivos para su Nación empezaron a ser parte de la historia con las elecciones del pasado domingo, en las cuales no estuvo el nombre de Ángela Merkel.

La Canciller Merkel se retirará una vez se constituya el nuevo gobierno. Y para el mundo quedará el ejemplo de cómo construir progreso y bienestar a partir de un liderazgo fecundo y ejemplar.

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