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La Colombia inexplorada

De lo que se conoce, Chiribiquete guarda una de las más grandes muestras de arte rupestre del continente americano, con dibujos de hasta 20.000 años de antigüedad.

14 de enero de 2022

La naturaleza guarda aún muchos misterios para la humanidad y si se pretende conservarla o reparar el daño que se le ha hecho, es necesario saber más de ella, de los secretos que contiene y de los beneficios que brinda. En su propósito de aumentar sus áreas protegidas, Colombia se ha dado a la tarea de explorar esas zonas desconocidas y descubrir el patrimonio que esconden.

No faltará a quien sorprenda que en nuestro país existan lugares donde aún no se ha llegado o de los cuales se sabe muy poco. Hay ejemplos de ello, como Chiribiquete, la mayor reserva natural de nuestra nación que fue descubierta por un golpe de suerte desde los aires hace 33 años y está en gran parte inexplorada porque es así como se le puede proteger de los depredadores humanos.

De lo que se conoce, Chiribiquete guarda una de las más grandes muestras de arte rupestre del continente americano, con dibujos de hasta 20.000 años de antigüedad. Así mismo hay evidencia de unas pcoas tribus que nunca han tenido contacto con el mundo exterior y en sus 4,2 millones de hectáreas contiene una riqueza inimaginable en biodiversidad y ecosistemas. Ese patrimonio natural ya no solo es de Colombia sino que le pertenece al mundo y hay que conservarlo.

Si sorpresas como la de este gran parque natural se dan en tierra firme, cuántas más no guardarán las extensas zonas marinas del país. Es el caso de la Cordillera Beata, que se encuentra en el Caribe colombiano, a 400 millas náuticas de Cartagena, en límites marítimos con República Dominicana y de la que no se conoce casi nada, solo que son 450 kilómetros largo y 300 más de ancho de montaña submarina, que alcanza profundidades de entre 1500 y 4400 metros, y aún está por explorar.

Para realizar esa tarea partió esta semana una expedición conformada por 68 personas de diferentes disciplinas y entidades medioambientales nacionales, que se encargarán en los próximos meses de identificar la fauna y flora presentes en la cordillera submarina, saber cómo es su composición oceanográfica, qué tal es la calidad del agua, cuáles son los ambientes que la conforman y hacer un inventario de peces, mamíferos, aves y tortugas que concurren en ella. Además del avance científico que conlleva esa investigación será la oportunidad para que el país utilice tecnologías novedosas para explorar sus profundidades marinas.

El objetivo, además de descubrir ese patrimonio marino, es convertirlo en una nueva área de reserva nacional. Y avanzar en el compromiso hecho por Colombia de aumentar en los próximos ocho años del 13,6% al 30% sus zonas de protección natural en la parte de los océanos Pacífico y Atlántico que le pertenecen.

Es el aporte que le hace al resto del mundo una nación que aunque apenas produce el 0,6% de las emisiones globales de carbono, al ser el segundo país con mayor biodiversidad y de los que, pese a las pérdidas evidentes que ha tenido, aún conserva la mayoría de sus recursos naturales, tiene el deber de cuidar y salvaguardar su riqueza natural para beneficio de la humanidad y del futuro del planeta.