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El mar y el litoral

La vida de quienes habitan en el litoral Pacífico colombiano se ha convertido en una lucha permanente contra el mar para evitar que les arrebate sus playas, se lleve sus casas y los deje sin el sustento diario.

10 de enero de 2020 Por: Editorial .

La vida de quienes habitan en el litoral Pacífico colombiano se ha convertido en una lucha permanente contra el mar para evitar que les arrebate sus playas, se lleve sus casas y los deje sin el sustento diario. La culpa no es del océano: además de ser consecuencia de la evolución, también es producto del daño al medio ambiente, del cambio climático que calienta las aguas marinas y de la erosión costera que no parece tener contención a la vista.

No hay que ir muy lejos de Cali para conocer lo que sucede. Juanchaco, La Barra y Piangüita, en Buenaventura, son tres de las seis poblaciones del Pacífico a las que las olas se las están devorando y podrían desaparecer en las próximas décadas. Las otras son Nuquí, Pizarro y Togoromá, en el Chocó. Ellas han perdido entre 26 y 50 metros de playa, decenas de casas se han tenido que reubicar, el turismo se ha visto afectado y el mar se ha metido hasta en los acuíferos de donde se abastecen de agua dulce.

El futuro es aún más preocupante. Según el Ministerio del Medio Ambiente y del Instituto de Investigaciones Marinas, Invemar, en el año 2040 se habrán perdido 7579 hectáreas de costa en el Pacífico, cifra que se duplicará en 50 años y que llegará a 26.117 hectáreas al finalizar el presente siglo. Son datos alarmantes si se tienen en cuenta las implicaciones que ello conlleva en la economía local que basa su sustento en la pesca artesanal y en el turismo, o las consecuencias sociales y culturales de obligar a cientos de familias raizales a desplazarse aumentando los cinturones de pobreza en las ciudades, además de los costos que significa construir nuevos asentamientos.

El cómo y el por qué se ha llegado a esta situación se conocen. Ya ni siquiera hay que recurrir a las investigaciones científicas para saber que las causas se encuentran en el cambio climático y en los efectos que tiene para los océanos y las regiones costeras. Las aguas marinas se están calentando, el nivel del mar ha crecido en promedio siete centímetros en las décadas recientes y fenómenos como El Niño, las tormentas cada vez más frecuentes y los huracanes más poderosos actúan en la erosión y destrucción del litoral.

Y está también la intervención humana, con asentamientos que se levantan de manera improvisada al pie del mar, dragados artesanales sin los controles técnicos adecuados y la explotación de materiales o sedimentos con fines de construcción. A ello se suma la deforestación de los manglares y la contaminación ambiental que provoca el vertimiento sin ningún tratamiento de las aguas residuales.

Colombia cuenta con un Plan Maestro de Erosión Costera desde el año 2017, que establece las políticas públicas para que los litorales del país enfrenten esta problemática y se tomen las decisiones necesarias para prevenir los efectos del cambio climático o adaptarse a ellos. “Construir con la naturaleza y no pelear contra ella”, decía el entonces ministro del Medio Ambiente.

Hasta ahora poco se ha avanzado en ese propósito, porque lo que se ve es que el mar devora cada vez más la costa del Pacífico, no hay soluciones integrales para las poblaciones ribereñas y desaparece un patrimonio invaluable para Colombia. Solo el Valle ha perdido 160 kilómetros de su litoral, ¿habrá forma de detener ese desastre?

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