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Los ingresos operacionales de Emcali crecieron 13 por ciento hasta ubicarse en 1,8 billones de pesos.
Los ingresos operacionales de Emcali crecieron 13 por ciento hasta ubicarse en 1,8 billones de pesos. | Foto: Emcali

Editorial

El futuro de Emcali

Esto deberá darle autonomía en las decisiones que se tendrán que tomar en los próximos cuatro años para garantizar la viabilidad de la entidad, aún con el costo político que ello podría significarle al nuevo mandatario.

26 de noviembre de 2023 Por: Editorial

Diez años y tres alcaldes han pasado desde que Emcali le fue devuelta a la ciudad por el Gobierno Nacional, luego de la intervención estatal a la que se llegó por los malos manejos que la dejaron sumergida en una deuda billonaria y en una crisis que la puso al borde de la liquidación. A 35 días de que Alejandro Eder, alcalde electo de Cali, tome el control de la entidad más importante para los caleños, el escenario vuelve a ser incierto.

Sin que la situación llegue a los extremos del año 2000, cuando la Superintendencia de Servicios Públicos ordenó la intervención, la empresa que recibirá el nuevo Alcalde no pasa por su mejor momento. Por ello, serán cruciales las determinaciones que adopte, para alejarla de cualquier riesgo de revivir esos largos años en que todas las decisiones sobre Emcali se tomaron desde Bogotá.

Basta mirar la realidad de la empresa para que los temores acechen. El componente de telecomunicaciones supera cada año los $50.000 millones de pérdidas, por la incapacidad de modernizarse y competir en condiciones similares a otros operadores.

Mientras tanto, Acueducto y Alcantarillado, la gerencia más rentable financieramente, reporta pérdidas técnicas de casi el 50%, lo que significa que la mitad del agua potabilizada se desperdicia, ya sea por robo o por problemas técnicos. A ello se suma que importantes proyectos como el canal de aducción del Oeste y el mejoramiento de la Ptar de Cañaveralejo, están enredados en tribunales de arbitramento.

Al componente de energía no le va mejor, sometido a la fluctuación del mercado en bolsa, porque al ser la empresa caleña solo distribuidora y comercializadora del servicio queda al vaivén de los precios que impongan los generadores, lo que afecta en primer lugar el bosillo de los caleños.

También hay que enumerar los cuestionamientos por presuntos casos de corrupción que han rodeado en los últimos años a la compañía en varias licitaciones, entre ellas la de la granja solar y el sistema de medición inteligente. La creación de empresas filiales como Caligen y Emcaled, sin objetivos definidos ni actividades claras, o la propuesta de que Emcali maneje las basuras de la ciudad, generan así mismo susceptibilidad en la opinión pública.

Pese al panorama, el Alcalde electo tiene a su favor la independencia que ha mostrado desde su campaña y en el proceso de empalme, frente a sindicatos, contratistas y politiqueros, muchos de ellos perpetuados desde hace trece años o más en el poder de Empresas Municipales. Esto deberá darle autonomía en las decisiones que se tendrán que tomar en los próximos cuatro años para garantizar la viabilidad de la entidad, aún con el costo político que ello podría significarle al nuevo mandatario.

Emcali debe ser manejada como una empresa con autonomía política y financiera, donde la premisa sea su fortalecimiento en beneficio de los caleños y de la capital del Valle. Para ello, el alcalde Eder debe recibir el respaldo de las diferentes fuerzas locales, de los gremios, del empresariado y en particular de los ciudadanos que confiaron en él para que maneje el destino de su ciudad.

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