Editorial
Diálogos sin futuro
Ahora es la terminación del cese al fuego bilateral la que indica que las posibilidades de acuerdo están más lejanas que nunca.
La posibilidad de avanzar en una negociación definitiva con el Ejército de Liberación Nacional, Eln, está cada vez más lejana. Ayer el Gobierno Nacional ordenó reanudar los operativos contra esa guerrilla luego de que no se prorrogara el cese al fuego bilateral pactado hace un año, lo que pone en evidencia una crisis en la mesa de diálogos por la paz que no es, ni mucho menos, nueva. La cuestión es si aún hay futuro.
Era previsible que la pausa en los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y el Eln, acordada en 2023 como muestra de la voluntad de las partes para llegar a unos acuerdos que permitan desescalar el conflicto interno, no se extendieran pese a los llamados hechos por los acompañantes en las negociaciones. En la práctica, las conversaciones se encuentran congeladas desde hace medio año, desde que la guerrilla las declaró en ese estado recurriendo a toda clase de quejas al proceso.
Para los voceros del Eln, el Gobierno está incumpliendo porque ha permitido que de forma paralela se adelanten acercamientos en el departamento de Nariño con el Frente Comuneros del Sur, facción que se separó del Comando Central, Coce, para empezar un proceso diferente. A ello se sumó la decisión del grupo subversivo de reiniciar los secuestros porque, según lo manifestaron en la mesa de diálogos, se incumplió con la creación de un fondo internacional que financiara a sus integrantes.
Ahora es la terminación del cese al fuego bilateral la que indica que las posibilidades de acuerdo están más lejanas que nunca. Es lo mismo que ha pasado en las 30 veces anteriores que el Ejército de Liberación Nacional ha aceptado sentarse a conversar y cualquier intento ha fracasado, no por los gobiernos de turno empeñados en conseguir la paz para Colombia, sino por la falta de voluntad verdadera de la guerrilla.
Esa es la razón por la cual los colombianos poco creen en las intenciones del Eln de alcanzar un entendimiento que lleve a su desmovilización y a ponerle fin a una guerra que dura más de 60 años y que tanta sangre ha hecho correr por el territorio nacional. A ello se suma que ya nada queda de aquella supuesta lucha ideológica que llevó a conformar a esa organización armada ilegal.
Así los comandantes guerrilleros se nieguen a reconocerlo, ahora lo que guía sus propósitos es la permanencia en actividades ilícitas que les han sido tan lucrativas en las últimas décadas, como el narcotráfico, la minería ilegal, el secuestro y la extorsión. Mientras las autoridades y las Fuerzas del Estado no ganen esa batalla contra las economías ilícitas no habrá forma de que los diálogos prosperen.
Frente a ello, la única posibilidad que tiene el Estado es cumplir con su deber de luchar contra cualquier organización criminal, incluido el Eln, que ponga en riesgo a la Nación y garantizar la protección de todos los colombianos. Lo más probable es que, pese al empecinamiento del presidente Gustavo Petro por alcanzar su paz total, esta vez tampoco se logre llegar a un acuerdo definitivo con el Ejército de Liberación Nacional y el intento se convierta en un nuevo fracaso.
Regístrate gratis a nuestro boletín de noticias
Recibe todos los días en tu correo electrónico contenido relevante para iniciar la jornada. ¡Hazlo ahora y mantente al día con la mejor información digital!