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Depredación animal

"Las últimas dos generaciones de seres humanos han sido testigos, en su mayoría silenciosos, de la extinción del 52% de los animales vertebrados del Planeta. En la indiferencia hay un enemigo tan peligroso como la depredación, que no le da tregua a una Tierra que, a pesar del daño que sufre, lucha por sobrevivir".

4 de octubre de 2014 Por:

"Las últimas dos generaciones de seres humanos han sido testigos, en su mayoría silenciosos, de la extinción del 52% de los animales vertebrados del Planeta. En la indiferencia hay un enemigo tan peligroso como la depredación, que no le da tregua a una Tierra que, a pesar del daño que sufre, lucha por sobrevivir".

Las últimas dos generaciones de seres humanos han sido testigos, en su mayoría silenciosos, de la extinción del 52% de los animales vertebrados del Planeta. En la indiferencia hay un enemigo tan peligroso como la depredación, que no le da tregua a una Tierra que, a pesar del daño que sufre, lucha por sobrevivir.Este año ha sido el de las revelaciones sobre la disminución global de especies animales. Ya hablaron los científicos hace algunos meses sobre la “séptima extinción masiva” causada por la humanidad en los últimos 500 años, parecida a la que ocasionó la desaparición de los dinosaurios. Ahora, es el informe Planeta Vivo 2014, presentado por la Fundación Vida Salvaje Mundial, WWF por sus siglas en inglés, el que lanza una nueva alerta.El estudio revela cómo desde 1970 la población de animales vertebrados, que incluye mamíferos, aves, reptiles, peces de agua dulce y fauna marina, se ha reducido a la mitad. Con casos extremos, como el de América Latina, donde la disminución es del 83%, lo que indica que en una de las regiones con más riquezas naturales queda menos del 20% de su población animal. Habría que preguntar cuál ha sido el aporte de Colombia en esa tragedia de la fauna mundial, cuando es la nación con mayor número de especies de aves, el segundo país en número de anfibios, el tercero en reptiles, el cuarto con mayor cantidad de mamíferos, el quinto en primates y cuenta con 1.200 de especies marinas así como con 1.600 de peces de agua dulce. Por ejemplo, cuando se sabe que al mes se incautan 1.700 animales silvestres de contrabando, y que de cada 10 sacados de sus hábitats sólo uno sobrevive, las cifras de las pérdidas nacionales pueden aterrar.La información va más allá de los números sobre esas pérdidas. Las causas y efectos son hechos concretos: se sabe que la extinción se ha acelerado por el deterioro ambiental ocasionado por la contaminación en los últimos 50 años, la tala de bosques, la caza y pesca, el cambio climático y otros etcéteras bien diagnosticados. También se ha hecho énfasis en la necesidad de emprender acciones locales, estatales y globales para detener la debacle de la naturaleza, que en la práctica se traducen en pocos hechos concretos y en acuerdos internacionales que no son obligantes.Lo más grave son los efectos que conlleva esa pérdida. Por un lado significa la alteración de ecosistemas en los que la presencia de la fauna es vital para su existencia y la de los seres humanos que los habitan. Afecta los ciclos de alimentación de una tercera parte de la población mundial que depende de las pescas de agua dulce y marina, las cuales han disminuido en 76% y 39% respectivamente. Y es un golpe para las economías, como la de América Latina que reducirá el Producto Interno Bruto, PIB, en un 5% en las próximas décadas. Por eso no se trata sólo de cifras, ni de lamentarse por la muerte de unos cuantos animalitos, que son ya millones. Es sobre la vida del Planeta y la supervivencia de la especie humana, la depredadora que terminará depredada si no recupera ya lo que ha dañado en el Planeta.

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