De nuevo, el terrorismo

Y además de reconocer y agradecer el sacrificio que hicieron los intendentes Bareño Ardila y Reyes Jiménez, tiene que encontrar a los terroristas y castigarlos como se lo merece su cobarde ataque.

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14 de dic de 2021, 11:55 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 07:34 a. m.

Dos policías asesinados dejó el atentado perpetrado ayer contra el aeropuerto de Cúcuta. Dos víctimas más de la violencia terrorista que afecta al departamento de Norte de Santander, a su capital y a toda la frontera entre Colombia y Venezuela, epicentro del narcotráfico tolerado y protegido por la dictadura que manda en el país vecino.

William Bareño Ardila y David Reyes Jiménez son los nombres de los servidores públicos especialistas en explosivos que se dirigían al sitio donde minutos antes había estallado otra letal carga, matando al autor del atentado. Allí perdieron su vida por cumplir con su deber, proteger al resto de colombianos de la insania con la cual los grupos de violencia se empeñan en implantar sus dominios, enriquecerse con el narcotráfico y sembrar el miedo entre los ciudadanos.

La táctica no es nueva en Colombia. Sólo que después de tanta lucha contra los criminales y del acuerdo logrado en La Habana con las antiguas Farc existía la esperanza de que el terrorismo indiscriminado, asesino y cobarde, era cosa del pasado para nuestra Nación. Sin embargo, los frecuentes ataques en la zona contra instalaciones militares y de policía o contra el helicóptero que transporta al presidente de la República, alertan sobre la clase de barbarie con la cual pretenden imponerse los dueños de cuarenta mil hectáreas de narcocultivos y del tráfico ilegal que tiene en Venezuela su plataforma de exportación, con la aquiescencia de Nicolás Maduro y los militares que lo sostienen.

Esta vez, el atentado empezaba con instalar cargas explosivas en los alrededores de la pista de un aeropuerto, con lo cual pusieron en peligro a los pasajeros y tripulantes de los aviones que despegan y aterrizan allí.
La explosión anticipada que mató al autor material de la criminal empresa atrajo a los dos Intendentes, quienes cayeron víctimas de una segunda carga de explosivos.

Con ello se evitó que murieran más personas inocentes. Y aunque hasta ahora no se conoce contra quién iba dirigido el atentado, es claro que buscaba causar el mayor daño posible en un sitio por el cual transitan miles de seres humanos, de manera desprevenida. Es el terrorismo indiscriminado y no es difícil encontrar a los autores intelectuales o adivinar cuáles son sus perversas motivaciones.

De nuevo, Colombia debe estar en alerta contra esa violencia asesina que pretende imponer sus criminales designios a la Nación. Y tiene que hacer lo necesario para acabar con el narcotráfico que se apoderó de la zona del Catatumbo y ha convertido a toda la frontera en epicentro de crimen, de narcotráfico y muerte, así nuestro vecino se haya convertido en el protector principal de toda clase de organizaciones dedicadas a eso.

Hoy no se puede cesar un minuto en la tarea de proteger a Cúcuta, a Norte de Santander y a la frontera colombo venezolana del terrorismo que escapa hacia Venezuela después de cometer sus fechorías. Y además de reconocer y agradecer el sacrificio que hicieron los intendentes Bareño Ardila y Reyes Jiménez, tiene que encontrar a los terroristas y castigarlos como se lo merece su cobarde ataque.

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