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El recién elegido presidente de Argentina, Javier Milei, habla después del cierre de las urnas en la segunda vuelta presidencial el 19 de noviembre de 2023 en Buenos Aires, Argentina (Foto de Tomás Cuesta/Getty Images)
El recién elegido presidente de Argentina, Javier Milei, habla después del cierre de las urnas en la segunda vuelta presidencial el 19 de noviembre de 2023 en Buenos Aires, Argentina (Foto de Tomás Cuesta/Getty Images) | Foto: Getty Images

Editorial

Argentina escogió

Sus posiciones extremas en asuntos como el medio ambiente o el aborto, sus discursos enardecidos, su presencia estrafalaria y en primer lugar su inexperiencia en lo público, son motivo de preocupación e inseguridad...

21 de noviembre de 2023 Por: Editorial

Argentina, que se jugaba el futuro en las elecciones presidenciales del domingo, se decantó por el populismo ultraderechista representado en Javier Milei. Si el ministro de Hacienda, Sergio Massa, le coqueteó al triunfo en la primera vuelta, sus aspiraciones quedaron sepultadas y con ellas las de la izquierda peronista de mantenerse en el poder. Difícil tarea la que le espera al Mandatario entrante tratando de sacar del pozo económico, en el que lleva 20 años, a la nación austral.

El balotaje del domingo transcurrió en calma y los resultados, que se conocieron temprano en la noche, no dejaron lugar a dudas sobre el triunfo del libertario Milei, ni siquiera en Massa quien aceptó su derrota muy pronto y sin ningún drama. En su primer discurso, el escogido por voluntad popular para dirigir a Argentina durante los próximos cuatro años, ratificó que hará los cambios “drásticos” que necesita su nación, y que no dejará lugar “para el gradualismo ni la tibieza”.

Esa mano firme sin duda se necesitará para levantar a su país de la peor crisis económica y social. La cuestión es si su falta de experiencia política –apenas lleva dos años en ella-, sus posiciones extremas y las promesas de romper con el establecimiento le bastarán para reducir la inflación interanual que en octubre llegaba al 142,7 % o para bajar los niveles de la pobreza que hoy afecta al 40 % de su población. Sobre todo, si logrará devolverles la tranquilidad a los 46 millones de argentinos, que llevan dos décadas padeciendo por las incapacidades de sus sucesivos gobiernos de derecha y de izquierda.

Milei deberá concentrarse en otros dos asuntos fundamentales para superar la inestabilidad financiera. Uno de ellos tiene que ver con la reforma obligatoria a la política cambiaria, un sistema enrevesado, con regulaciones y topes complejos, que entorpecen tanto la inversión como la fluidez del comercio.

La deuda pública, que llegó a su tope máximo registrado de US$ 419.000 millones, es el otro dolor de cabeza, que le obliga a ajustar el funcionamiento del Estado y a garantizar el pago de las acreencias externas como requisito para mantener la confianza en la inversión. Habrá que ver si el electo Presidente cumple su promesa de reducir el número de Ministerios y apretarle el cinturón al poder central.

Al ser en la práctica un desconocido político, el empresario convertido en Primer Mandatario de Argentina genera incertidumbre. Sus posiciones extremas en asuntos como el medio ambiente o el aborto, sus discursos enardecidos, su presencia estrafalaria y en primer lugar su inexperiencia en lo público, son motivo de preocupación e inseguridad sobre lo que será el futuro próximo del país suramericano.

Ya se verá si el pueblo argentino escogió mejor esta vez. O si, como resultado de la crítica situación a la que lo han conducido los sucesivos gobiernos desde finales del siglo pasado -empezando por el kirchnerismo y pasando por el macrismo-, se dejó llevar por la desesperación y la desesperanza para escoger a otro populista radical, como apunta a ser Javier Milei.

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