Columnistas
Un columnista en apuros
Tengo mis preferencias por aquellas plumas amenas, propositivas y valientes que interpretan el sentir de las mayorías y que sacan roncha...

20 de jun de 2025, 03:20 a. m.
Actualizado el 20 de jun de 2025, 03:20 a. m.
El síndrome de la hoja en blanco -que es ahora de la pantalla en blanco -me acontece menos mal, muy pocas veces. Y no propiamente por carencia de tema, sino por tener muchos temas para tratar y, como no se puede tratar todos a la vez, hay que escoger uno solo para no caer en esos comentarios que dicen tantas cosas que al final no dicen nada.
Hay entonces que ordenar lo que se va a decir y a quién se le va a decir, porque una cosa es lo que usted va a opinar y otra cosa es si ello va a interesar. Por eso es que hay tantos columnistas inéditos que pasan desapercibidos y a quienes nadie les recuerda, salvo por escribir verdaderos ladrillos y me perdonan la expresión.
Desde luego, una cosa es informar y otra es opinar. Por ello es que muchas veces, inmerecidamente, nos suelen llamar líderes de opinión, porque nuestra misión no es escribir lo que nos viene en gana, sino que eso interese a los lectores que recurren a las páginas editoriales en búsqueda de apreciaciones y de solidaridad de que alguien diga en baja alta lo que algunos no pueden decir.
Devorador de media docena de páginas editoriales de periódicos de aquí y allá, desde luego tengo mis preferencias por aquellas plumas amenas, propositivas y valientes que interpretan el sentir de las mayorías y que sacan roncha porque también es cierto que la condición humana nos lleva a autoflagelarnos leyendo a quienes más odiamos pudiendo pasar de agache en sus columnas.
Mi colega Hernán Nichols, brillante creador de eslóganes, le hizo uno al desaparecido periódico El Pueblo que sobrevivió a esta querida publicación ‘Con todo el poder de la información’, decía y a fe que harta razón le asistía con esas siete palabras que no se pudieron llevar el tiempo y el pasado.
Y aquí me detengo para evocar a José Pardo Llada, quien revolucionó las páginas editoriales de nuestra parroquia con sus comentarios livianos si se quiere, pero que todo Cali los leía al punto que cuando se lanzó a la política, su movimiento cívico sacó once concejales a punta de una vieja máquina de escribir y un micrófono ídem.
“Te leo, te recorto y te lamino”, solía decir otro grande del periodismo lugareño, Jorge Arturo Sanclemente, quien a veces tenía que publicar por órdenes superiores unas columnas inteligibles a ciertos personajillos que sacaban pecho cuando veían sus nombres y sus fotos en letras de molde.
Y también recuerdo la anécdota de un lagartazo que enloqueció al doctor Eduardo Santos para que le publicara una columna en El Tiempo, y ante la pregunta desesperada de “qué hago para que me la publique”, Santos le respondió: “Funde un periódico”.
Pues bien, mis queridos sirilectores, gracias por leerme. De verdad tenía tantos temas que no me le medí a tocar ninguno como para no dañarles este puente festivo y, como suelo decir, la noche que llega.
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Posdata 1: La oscura campaña de desprestigio y calumnias contra el alcalde Eder, es fruto de quienes quieren envenenar a la opinión pública y sus autores son los huérfanos de contratos y puestos respirando por la herida.
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Posdata 2: Yo hablo bien de Cali. ¡Hazlo tú también!
Administrador de Empresas, Abogado y periodista por vocación. Director y fundador de MF Publicidad Mercadeo Limitada, al igual que de los programas Mario Fernando Piano y Oye Cali. Galardonado en dos oportunidades con el premio Simón Bolívar de periodismo. Escribe para El País hace más de 40 años.