Columnista
Si no saben de proyectos, no voten por ellos
Gobernar, y ejercer contrapesos, exige comprender a fondo cómo funciona la inversión pública en los niveles nacional y territorial.
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6 de oct de 2025, 01:14 a. m.
Actualizado el 6 de oct de 2025, 01:14 a. m.
Con pesar, afirmo que la política se volvió un espectáculo grotesco, sostenido en artimañas para dividir a la opinión y en un clientelismo que reduce la democracia a favores y cuotas. El botín terminó convertido en la razón misma del poder. Creo también que lo más grave no es la corrupción en sí, sino que la mayoría de quienes deciden y administran recursos desconocen cómo impulsar proyectos y suele rodearse mal para hacerlo.
Nos asfixia la mezquindad y la carreta. Y entre esas formas ya descritas y lo esencial, me pregunto -como tantos deberían hacerlo- hasta cuándo seguiremos dejándonos embaucar. No niego la confrontación de ideas, ideologías o posturas partidistas -si es que existe tal cosa-, pero ¿todo debe quedar reducido a eso?
La faceta más decisiva de la política está en su capacidad para abrir camino al desarrollo y traducir el progreso en resultados tangibles. Gobernar, y ejercer contrapesos, exige comprender a fondo cómo funciona la inversión pública en los niveles nacional y territorial. Supone entender la arquitectura de un proyecto en todas sus fases, desde la idea hasta la ejecución, y haberse untado las manos para llevarlo a buen puerto.
De esa comprensión profunda del hacer público depende también la calidad del liderazgo. Un dirigente serio debe estar preparado para construir acuerdos sobre apuestas y resultados compartidos, incluso con quienes piensan distinto. Sí, créanme, es posible. No es solo filosofar, es conocer las brechas de su territorio, identificar con rigor los rezagos y, al mismo tiempo, reconocer las oportunidades.
Nuestra región encarna la paradoja, rebosante de posibilidades, pero sujeta a una dirigencia que se ampara en excusas, proclama escasez y preserva males que parecen tatuados en su historia. Tan indelebles como los rostros que se eternizan en corporaciones públicas o saltan de un cargo a otro, como si cada tropiezo les abriera la puerta para subir más alto.
Aun así, persisten destellos de esperanza, excepciones valiosas. La función pública ha ganado en profesionalización y, en distintos rincones, han surgido técnicos con visión y legisladores vigilantes. El problema no son los títulos, sino la manera en que se obtienen y la solidez ética y académica que los respalda, un asunto que prometo abordar después.
No se espera que un político lo sepa todo, sino que tenga la humildad y la inteligencia de rodearse de equipos con experiencia comprobada. Solo así asoma la posibilidad de liderar con acierto. En ese propósito, el sector privado también tiene un papel decisivo; no es poca cosa que genere más del 80 % del empleo y sostenga la mayor parte del PIB. Su voz debe pesar más en la conversación pública, porque tiene la fuerza para transformar en hechos lo que el Estado no logra.
Al final, la decisión recae en usted, votante, y en ese mínimo de conciencia para filtrar con atención. Tenga cuidado, de lado y lado abundan candidatos que se disfrazan de renovadores y prometen cambio mientras esconden la mugre bajo la alfombra. Los buenos no son necesariamente los más simpáticos ni altisonantes, sino quienes poseen la capacidad de imaginar transformaciones y, sobre todo, ya han demostrado en el pasado cómo convertirlas en iniciativas concretas.
Claridades: A propósito de las excepciones y las presidenciales, Enrique Peñalosa, el mejor ejecutor en la contienda, y su libro Ciudad, Igualdad, Felicidad -¡recomendadísimo!- confirma la ruta de la Colombia progresista que necesitamos. El exministro Mauricio Cárdenas también tiene muy claro el rumbo, aunque su afán de confrontar termina por debilitarlo. También destaco la lucidez de Juan Daniel Oviedo y la ya conocida y positiva inercia del centro fajardista. Hasta ahí llegan, por ahora, las opciones que este columnista considera realmente valiosas.

Consultor internacional, estructurador de proyectos y líder de la firma BAC Consulting. Analista político, profesor universitario.
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