Columnistas
Navidad, tan lejos, tan cerca
La belleza y ternura de los villancicos populares y la magia del ángel de la anunciación y el pesebre, salvan la distancia del tiempo para que perviva el mensaje de amor y esperanza que día a día el presente embolata
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18 de dic de 2025, 02:39 a. m.
Actualizado el 18 de dic de 2025, 02:39 a. m.
Cuando las tradiciones parecen haber perdido prestigio, al final de cada año, sin falta, se renueva el espíritu de la Navidad conectando historia y comunidad. El remoto acontecimiento del nacimiento del Niño Jesús se actualiza porque los creyentes ven en él, la redención de la humanidad, y muchos que no lo son, comparten los sentimientos que inspiran su celebración.
La belleza y ternura de los villancicos populares y la magia del ángel de la anunciación y el pesebre, salvan la distancia del tiempo para que perviva el mensaje de amor y esperanza que día a día el presente embolata. Desde cualquier parte, nos llegan las notas musicales de ‘El burrito sabanero’, ‘Campanas sobre campanas’, ‘Los peces en el río’, ‘Noche de Paz’, para alegría e ilusión de los niños, y tristeza a quienes les traen recuerdos de tiempos idos o personas queridas que perdieron.
La canción de Pastor López, ‘El hijo ausente’, evoca a los que pasan otra navidad lejos de casa, pero cuya memoria está anclada en los lugares y gente de sus afectos, habla desde la nostalgia, pero con el deseo de que el año que viene esté presente. No es fácil la época de Navidad y Año Nuevo, pues tras el alumbrado y los obsequios están las dificultades que supone vivir las mayores exigencias derivadas de costumbres familiares y sociales, el balance de fin de año, los buenos propósitos incumplidos, las aglomeraciones, los rituales y las propias reacciones.
En ello radica el reto de gestionar las emociones y optar por ver lo que de encanto tiene la aventura de existir. Tentadora es la vida aún con sus penas y contradicciones, como lo recrea el clásico film alemán, ‘¡Tan lejos, tan cerca!’ (In Weiter Ferne, so Nah), dirigido por Wim Wenders, Premio Festival de Cannes de 1993. Es el drama del ángel Cassiel que contempla a los hombres y no entiende su comportamiento, anhela convertirse en humano y remediar los males. Cuando interviene para salvar una niña, rompe su inmaterialidad y cae en los brazos de la vida con sus amores, sufrimientos e incertidumbre. Comprende que actuar bien no es fácil.
Los ángeles, se dice, son anteriores a la tierra, servidores y mensajeros divinos, no creación humana. De cualquier modo, el mundo ha alimentado con ellos, además de estudios, la fantasía en las artes e incluso, son suplantados en la política. A la inversa del anhelo del ángel Cassel, algunos quieren pasar de humanos a ángeles, como el que osa decir que Dios le ha hablado y le ha permitido vivir para salvar a su país; otros individuos con grandes poderes influyen en la mente y decisiones de amplias mayorías. Tan cerca de lo abyecto, tan lejos de lo ético.
Muchos casos más nos sitúan entre el aquello de, ‘Tan lejos, pero tan cerca’, incluso sucede con ‘Aquellas pequeñas cosas’, en un rincón, en un papel o en un cajón, justo cuando ‘uno se cree que nos mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta’. Es otra invocación que llega necesariamente a la mente en momentos de nostalgia, en la voz del gran poeta de la canción, el español Juan Manuel Serrat.
Como sea, podemos persistir en la esperanza de encontrar en un mundo cambiante y cruzado por caminos difíciles de transitar, una conexión para el acercamiento en la distancia desde el afecto y los deseos de paz y unión de los pueblos y de las personas, cuando aún es posible. ¡Feliz Navidad y próspero Año nuevo!
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