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Frente al alargue que intentarán

La salvación de Colombia debe partir de una convergencia nacional por la democracia y la reconciliación.

12 de agosto de 2024 Por: Antonio de Roux

El Pacto Histórico completó sus primeros dos años en el poder exhibiendo resultados decepcionantes. La ineptitud y la corrupción se apoderaron de la gestión pública, aunque en su discurso del 20 de julio Petro tratara de tapar la realidad con ensoñaciones. Lo que sí le ha salido bien al gobierno es la siembra de pugnacidad y odio, pero tal actitud es la lápida mortuoria de su principal propuesta, el llamado Acuerdo Nacional: ¿Quién va a hacer tratos con un envenenado que al más mínimo desacuerdo tacha de conspirador, esclavista o hampón a su interlocutor?

Para lograr lo poco que pueden exhibir los gobernantes han corrompido con mermelada un buen número de congresistas. En paralelo, los subsidios financiados por impuestos impagables se multiplican con la intención mal disimulada de acrecentar sus electores, aunque con ello se sacrifique la provisión de otros bienes y servicios esenciales para la población en general.

Lo que va quedando claro es que al combo gobernante no le interesa materializar las reformas sociales verdaderas queridas por la población y propugnadas por la izquierda sensata, sino el propósito de hacer colapsar el estado burgués para implantar un modelo económico centrado en el capitalismo de estado, la derogación de las libertades y el gobierno por sátrapas eternos.

Como los dos años restantes del período actual resultan insuficientes para hacer realidad su plan, el Oráculo Cósmico y sus allegados ya comenzaron a dar la batalla por el alargue combinando al efecto todas las formas de lucha: dineros públicos ‘redireccionados’, retórica falsaria, comunicaciones distorsionadas, mensajes amenazantes. En tal contexto, el 70 % de los colombianos que aún creemos en las libertades democráticas y la necesidad de transformaciones razonables, tenemos que movernos sin demora.

La salvación de Colombia debe partir de una convergencia nacional por la democracia y la reconciliación. Su gestación implica integrar ideas y propuestas provenientes de la izquierda y la derecha respetuosas de la institucionalidad y las garantías constitucionales.

El convenio requiere considerar lineamientos sobre las reformas a la estructura del Estado y sus procedimientos de gestión. Además, se necesitaría introducir estrategias que solucionen de manera sustentable las demandas de la población en asuntos tan acuciantes como la seguridad, empleo, salud, educación, justicia, etc.

No sobra repetirlo: para contrarrestar los daños causados durante este cuatrienio y evitar que la situación se haga peor, es mandatorio tener la valentía de intentar un proceso convergente hacia el centro del espectro político por parte de los ciudadanos, los y los actores de la política limpia. Esto en la conciencia de que son las ideologías recalcitrantes las que nos están robando el futuro e impulsando a la disolución y la guerra. De paso hay que estar preparados: la derecha extrema tachará la iniciativa como engendro comunista mientras, el Pacto Histórico, sus amigos y favorecedores, lo etiquetarán de neoliberalismo fascista.

Llegó la hora de plantearse en serio una convergencia de conceptos y perspectivas capaz de convertirse en realidad electoral viable, algo muy distinto al acuerdo electorero entre ciertos partidos cómplices del desastre que quisieran pasar de simples beneficiarios a dueños de la fiesta.

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