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Santiago Castro
Santiago Castro | Foto: El País

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El público de las protestas

Tendremos que salir de nuevo a las calles este 21 de abril, considerando también que actualmente se tramitan las reformas pensional y laboral, y porque cualquier proceso de Asamblea Constituyente tiene su génesis en el legislativo.

25 de marzo de 2024 Por: Santiago Castro

No hay duda de que la propuesta de Gustavo Petro de convocar una constituyente, por fuera de la Ley y sin pasar por el Congreso, se constituye en una ameniza existencial a nuestro sistema democrático. Más aún cuando la iniciativa, que llevaba negándola desde la campaña del 2016, se produce a raíz de las muy probables derrotas en el Congreso de sus nefastos proyectos en salud, pensiones, y mercado laboral. El Presidente se quitó la máscara, y nos muestra sus rasgos más autoritarios. Es claro ahora que finalmente decidió tomar el camino chavista y que quiere quedarse en el poder. Dependerá de nosotros que no lo consiga.

¿Ahora bien… qué hacer? Lo primero es continuar la presión en las calles porque ha funcionado. No es casualidad que poco después de la asistencia masiva a la marcha del 6 de marzo, se lograran mayorías en la Comisión VII de Senado para la moción de archivo de la reforma a la salud. Tenemos que entender que el público de esas convocatorias no es precisamente Petro, sino los congresistas y partidos que podrían habilitar su agenda en el Congreso, así como los miembros de la Comisión de Acusaciones de la Cámara, donde se desarrolla el juicio contra el primer mandatario, que eventualmente lo sacaría del poder. Por eso tendremos que salir de nuevo a las calles este 21 de abril, considerando también que actualmente se tramitan las reformas pensional y laboral, y porque cualquier proceso de Asamblea Constituyente tiene su génesis en el legislativo.

Para todos los efectos, la campaña del 2026 se ha anticipado. Solo que esta vez estaremos votando por nada menos que la supervivencia de nuestra democracia y por mantener nuestro sistema de libertades políticas y económicas. Y los Senadores y Representantes que aspiran a reelegirse deben saber que la historia y el electorado los juzgará por como se comportaron en nuestro momento de mayor peligro, con el país hundido en un mar de violencia y de impunidad, nuestras instituciones asediadas, y con unas negras perspectivas económicas. Ojalá entiendan ellos y el Consejo Nacional Electoral, que con los testimonios de Nicolás Petro y de Day Vasquez, las grabaciones de Benedetti, y la ‘operación testigos’ no registrada en las cuentas de campaña, hay sobradas razones para suponer que la pasada elección estuvo plagada de apoyos y financiación ilegales, lo que podría llevar a que su resultado sea ilegítimo.

Mientras tanto, tendremos que prepararnos para la más sucia de las campañas, donde la ‘línea ética’ no se corre solo desde la mentira, la polarización, y los ataques de un presidente en campaña, sino también de dineros provenientes del gobierno y vaya uno a saber de qué otras fuentes, para desequilibrar el tablero, comprar al electorado, o intimidarlo a través de grupos armados por fuera de la ley. Como lo han hecho antes, dicho por el criminal ‘Iván Mordisco’ antes de retractarse tardíamente.

Pero lo más importante es que la oposición se mantenga unida y se consolide con todas las fuerzas legítimas que la puedan reforzar. En lo personal, me quedan recuerdos amargos de la declaración del Partido Conservador, el Partido Liberal, y la U, como partidos de gobierno. Pero lo que se juega ahora es más grande, y lo cierto es que esos partidos hoy aportan masa crítica para que la agenda radical de Petro esté prácticamente paralizada. Qué bueno sería verlos participando institucionalmente en la marcha del 21 de abril, ya que enviaría un potente mensaje al país.

De nuevo, el Presidente puede decir hasta misa, pero sus intentos de sacar adelante su Constituyente por vías ilegales, probablemente serían frenados por las Cortes. Esto lo obligaría a volver el Congreso donde la presión de las calles aseguraría que no tendría mayorías. Ese es nuestro público. De ahí solo le quedaría una toma violenta del poder con la primera línea y sus criminales a sueldo de millón de pesos. Frente a esto, está el escudo de honor y la tradición democrática y civilista de nuestras Fuerzas Armadas.

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