Sus derechos humanos
En otras barricadas se montaron peajes urbanos y los vecinos debían pagar para ingresar a sus casas. Cuando les comentaba a los bogotanos lo que vivíamos, solo oía la sorpresa y el “que pesar lo que les está tocando”.
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14 de may de 2021, 11:45 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:00 a. m.
A veces la historia es como nos la contaron, pero esta es la que hemos vivido. De pronto nuestro vecindario vio interrumpida su movilidad y no pudimos volver a salir de las casas sino en unas pocas cuadras, acompañados del terror.
Los víveres fueron escaseando y comenzamos a racionar los alimentos.
Las galerías y supermercados quedaron desocupados y dejamos de encontrar productos básicos y otros solo se podían comprar hasta 3 unidades. Las estaciones de servicio no tenían combustible, ni carros ni motos y los mensajeros dejaron de ser alternativa.
Los mayores perdieron su cita de vacunación pues no tenían como llegar a los hospitales. Repentinamente nuestra vida, dejó de ser nuestra y quedamos secuestrados en las casas.
Lo peor es que sentíamos orfandad pues no veíamos acciones de los gobiernos para recuperar nuestros derechos. Al contrario, las barricadas se hacían más fuertes y agresivas.
Vi mingueros separando los carros del vecindario para permitir el paso exclusivo de sus amigos, parando las ambulancias y revisándolas para decidir si pasaban o no. La autoridad fue sustituida totalmente.
En otras barricadas se montaron peajes urbanos y los vecinos debían pagar para ingresar a sus casas. Cuando les comentaba a los bogotanos lo que vivíamos, solo oía la sorpresa y el “que pesar lo que les está tocando”. Nadie hablaba sobre la aberrante violación a nuestros derechos humanos.
Hasta que la angustia fue escuchada y la autoridad ingresó a recuperar el orden. Obviamente los “dueños” o los “concesionarios” de los peajes urbanos no iban a recibir bien el desalojo. Fue la primera vez que se mencionaron los derechos humanos en Cali. Pero era para referirse a los derechos humanos de quienes invadieron, agredieron, usurparon y no a los de los policías, soldados y muchos menos a los de los vecinos secuestrados en sus hogares.
La orquestación internacional para desinformar fue impresionante. Ellos lo saben hacer. El Gobierno reaccionó tardíamente. Los líderes gubernamentales e incluso de la iglesia callaban ante la violación de nuestros derechos humanos, solo se mencionaban los de ellos, e incluso se les pidió perdón por las incomodidades padecidas.
Sin embargo, es momento para la grandeza y la reflexión, de superar resentimientos y prevenciones. Nos corresponde entender la motivación de muchos manifestantes. Es momento para dialogar, edificar formas diferentes de ver lo social y construir nuevos liderazgos.
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