Cambio, sí ¿pero así?
¿Cómo hacer los cambios prometidos y esperados al tiempo que se gobierna para todos los colombianos, incluyendo aquellos que están en la oposición o la indiferencia?
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7 de mar de 2023, 11:50 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 05:49 a. m.
A estas alturas, aunque no les guste, pocos pueden decir que el presidente Gustavo Petro no esté siendo coherente con lo que prometió en campaña, especialmente en lo relacionado con los cambios o reformas que constituyen el centro de lo que quiere sea considerado como su gran obra de gobierno. Por supuesto, hay promesas, como la profesionalización del servicio diplomático o el reparto burocrático de muchos otros cargos en el gobierno, que se sigue haciendo de la forma tradicional (y repudiable), pero como siempre se dice, esos son los “costos de tener una mayoría en el Congreso” y de “gobernar con los amigos”.
Pero volvamos al asunto en cuestión, esto es, las reformas. Hay una especie de dilema o tensión que parece insalvable. El presidente Petro ganó evidentemente con un proyecto de cambio por el cual obtuvo una votación clara y significativa. Pero es un hecho también que otra cantidad de colombianos no votaron por él y otros, sencillamente, ni siquiera sufragaron, pero igual están ahí, en su condición de ciudadanos. ¿Cómo hacer los cambios prometidos y esperados al tiempo que se gobierna para todos los colombianos, incluyendo aquellos que están en la oposición o la indiferencia?
Algunos se ilusionaron con que los llamados a una especie de unidad que tímidamente algunas veces ha invocado el presidente, se materializaran en una especie de gran Pacto Nacional, como sustento social y político para alentar las reformas. Eso no se ha dado, entre otras cosas, porque la naturaleza y alcance de los cambios propuestos son realmente profundos y marcan una ruptura con lo que hay en este momento, o había, como en el tema tributario. No se trata de cambios superficiales o cosméticos, sino de giros radicales en temas tan sensibles como la paz, el tratamiento a los cultivos de uso ilícito, la agenda minero-energética y ambiental, la regulación de los servicios públicos o más recientemente el modelo de atención en salud, y en un futuro muy cercano, lo laboral y pensional.
Es una agenda de vértigo que se va abriendo paso entre las dudas, los temores y la férrea oposición de algunos sectores y los sobresaltos diarios de la política y el orden público. ¿Aguantará el clima social y político del país seguir por esa vía, sin que se produzca una crisis de proporciones mayores? Yo creo que no, a menos de que se convoque y construya un gran Acuerdo Nacional.
Este país, de los más violentos y de más desigualdad en todo el mundo (qué vergüenza) ha aplazado por décadas las reformas mínimas necesarias para hacer de Colombia una democracia real, más ancha y más profunda, construida de abajo hacia arriba y de adentro hacia afuera. Negarse a los cambios o haberlos impedido (incluso con violencia) ha hecho que se perpetúen y profundicen brechas de desigualdad insostenibles para cualquier país decente. Como insostenibles son los enormes privilegios de los que hoy se benefician solo unos pocos. Así que no está en discusión la urgente necesidad de cambios significativos.
No obstante, esas transformaciones, sin renunciar a su finalidad última, deben ser en todo caso democráticas y producto de consensos sociales y políticos básicos, no de imposiciones, posturas radicales al extremo o que conduzcan a rupturas al seno de la sociedad.
Es un imperativo sacar adelante reformas y cambios estructurales para lo cual hay que volver a la disposición al diálogo, la negociación y la concertación, sin que eso implique el chantaje político al gobierno o que “todo cambie para que nada cambie”, como es ya común en este país.
Así que, cambio sí, pero…

Especialista en Cultura de Paz y Derecho Internacional Humanitario y Ciencia Política y Resolución de conflictos. Ha trabajado con instalacias del gobierno nacional, departamental y local así como entidades internacionales en temas de Convivencia, Reconciliación y Memoria Histórica. A estado en las transiciones de la guerra en varias naciones como Nicaragua y El Salvador y acompañó el proceso de reintegracion a la vida civil del M19 en Colombia
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