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'El Chacal', el terrorista venezolano que fue el más buscado del mundo

Antes de los atentados contra las torres gemelas, Ilich Ramírez Sánchez, también conocido como 'Carlos', era el terrorista más buscado del mundo. Historia de un venezolano penosamente célebre por su frialdad criminal.

30 de junio de 2013 Por: Diego Chonta | Corresponsal de El País, Madrid

Antes de los atentados contra las torres gemelas, Ilich Ramírez Sánchez, también conocido como 'Carlos', era el terrorista más buscado del mundo. Historia de un venezolano penosamente célebre por su frialdad criminal.

El que por años fue el terrorista mas buscado del mundo morirá en la cárcel. De viejo quizá, viendo como terminan de apagarse las luces de su figura, su historia y su leyenda. Y ya luego será un recuerdo, amargo para muchos. Quedarán las heridas. ¿Cuántas? No se sabe en realidad. A Ilich (en honor a Vladimir Lenin) Ramírez Sánchez, nacido en Michelena, estado de Táchira en Venezuela en 1949, le asignan cientos de atentados y acciones terroristas en los 80. En alguna ocasión confesó haber matado entre 1500 y 2000 personas, 80 de ellas con sus propias manos, algo que terminaría negando. Un tribunal francés ha confirmado esta semana la cadena perpetua, que había apelado Ramírez, y a la que fue condenado por la muerte de dos gendarmes y un informante, ocurridas la noche del 27 de Junio de 1975 en un apartamento de la Rue Toulliers de Paris, justo cuando iban a detenerle. Se abrió paso a balazos. Con este baño de sangre nació su leyenda.Un apodo heredado de la literaturaDesde su arresto en Jartúm, tras presiones de Estados Unidos, Francia e Israel a Sudán, el único delito que ha reconocido ha sido el del asesinato de los dos gendarmes de la DST (Direction de Surveillance de Territoire) y del informante, ocurridas aquella noche de hace 38 años cuando se encontraba departiendo con varios suramericanos y se hacía pasar por Carlos Martínez Torres de nacionalidad peruana. Se escapó aquel día. Pero seis meses más tarde, el 21 de diciembre del mismo año, reapareció tomando por asalto la sede oficial de los Países Exportadores de Petróleo en Viena y reteniendo a todos los representantes en nombre de la causa palestina.Carlos, nombre que adquirió cuando entró a formar parte del Frente Popular de Liberación de Palestina, dirigió el comando Boudia que de forma espectacular retuvo a 42 ministros del petróleo, incluyendo al de su propio país, Valentín Hernández Acosta. La acción dejó un saldo de tres muertos.Su nombre entonces apareció en la lista de los hombres más buscados por las agencias de Inteligencia de casi todo el mundo occidental. En uno de los registros la policía encontraría un ejemplar de la Novela El día del Chacal de Frederick Forsyth, por lo que el periódico The Guardian lo bautizaría como el mismo nombre del personaje del libro, ‘el Chacal’.“Hay que decir en honor a la verdad -dice el periodista e investigador Jesús García Caldera-, que la fama precede a las personas, y en el caso de Ilich Ramírez Sánchez, que sin duda fue un hombre despiadado y un frío asesino, no todo lo que se le atribuye es verdad”. “Antes de los atentados del 11S, el nombre de Ilich Ramírez ocupó el número uno en la lista de los más buscados. Se le atribuían atentados en aviones, comisarías, hasta contra el avión del Papa Pablo VI, pero no sabemos hasta donde tenía que ver con todo eso. Lo ubicaron en Jartum y el Gobierno de Sudán lo vendió ante las presiones de Estados Unidos e Israel”.Llevado a Francia, un tribunal de París lo condenó a cadena perpetua el 24 de diciembre de 1997, por el triple homicidio de la noche de su huida. Ahora la justicia francesa acaba de ratificar y confirmar la segunda cadena perpetua dictada en 2011 por una serie de atentados cometidos entre 1982 y 1983 que dejaron 11 muertos y 200 heridos, en especial, los ocurridos en el tren que iba desde Toulouse a París donde murieron cinco personas. Y asimismo le suman otros atentados: a un tren de Alta Velocidad en el que murieron tres personas; uno más en la estación de trenes de Marsella, donde murieron dos personas y el atentado a la sede de la revista Al Walan Al Arabi, en el que falleció otra persona más. Los abogados de Carlos habían presentado una apelación contra la sentencia de cadena perpetua, pero el tribunal francés la ha desestimado y ha confirmado que Carlos debe pasar al menos 18 años en prisión.“No soy terrorista, soy un luchador”Después de seis semanas de audiencias, la justicia le ha dado a Carlos la posibilidad de hablar y el hombre, ha tomado la palabra durante cuatro horas en las que, como era de esperarse, atacó la política exterior de los Estados Unidos y defendió no solo su lucha, sino también la de Hezbolá y la ETA. “No soy un terrorista, no somos terroristas -ha dicho-. Somos luchadores por la libertad”.Pero para los jueces, este hombre de 63 años que en nada se parece al de la foto con enormes gafas de sol que fue distribuida por todo el mundo, sigue siendo peligroso. No sólo por su carácter, sino porque pasó de su lucha revolucionaria, de su guerra privada, a la extorsión. A convertirse en un mercenario.La columna vertebral de la acusación fueron archivos de los servicios secretos de antiguos países de Europa del Este con los que Carlos mantenía “muy buenas relaciones”, aunque el propio Carlos ha dicho que dichas pruebas han sido fabricadas por los Estados Unidos y no tienen ninguna base jurídica. En su defensa ha alegado que dichos archivos están compuestos solo por recortes de periódicos y notas de vigilancia no firmadas. La abogada Isabelle Coutat Peyre -con la que Carlos contrajo matrimonio- y el abogado Vuillemin -que lo defiende desde hace 15 años-, trataron de que dichas pruebas no fueran tenidas en cuenta, pero su intento fue en vano. Coutant-Peyre no estuvo presente en gran parte del juicio -que empezó el 13 de mayo-, en protesta por lo que definió como “incumplimiento de Venezuela”, haciendo referencia a una supuesta ayuda material y logística para la defensa de Ramírez, presuntamente hecha por el entonces presidente Hugo Chávez, quien elogió a ‘el Chacal’ elevándolo a la categoría de “combatiente revolucionario”. Los atentados entre 1982 y 1983 realizados en Francia tenían un objetivo claro: pedir la liberación al presidente Francois Miterrand del suizo Bruno Bréguet y de la alemana Magdalena Kopp, novia de Carlos, ambos pertenecientes a la banda Baader Meinhof, una de las organizaciones más activas de la izquierda radical alemana de la posguerra.Al venezolano, formado en los campos de entrenamiento de combatientes palestinos en Jordania durante el conflicto árabe-israelí, se le atribuye además un ataque de granadas contra un comercio de París el 15 de septiembre de 1974 y el ataque con bazucas, en enero de 1975, a los aviones de la línea israelí ElAl, en el aeropuerto de Orly. Su vida y obra han quedado reflejadas en varios libros y películas, que destacan sobre todo la habilidad que tenía para huir, para esconderse de la justicia; en este sentido, la leyenda dice que aquello lo lograba con la ayuda de líderes árabes como el expresidente libio Mohamar Kadafi, mientras que otros aseguran que con el beneplácito de los rusos, a los que según los informes de la CIA, sirvió de espía.Nunca, tras su arresto, Carlos -quien declaró haberse convertido al Islam en 1975- negó participación en los atentados, aunque sí se retractó de haber matado a cerca de dos mil personas.Rusia fue el comienzo de todoHijo de una mujer de profundas creencias católicas, María Sánchez y del abogado y dirigente del partido Comunista de Venezuela, José Altagracia Ramírez Navas, recibió el nombre de Ilich en honor a Lenin, al igual que sus hermanos Vladimir y Lenin, todos educados en Londres y en la Unión Soviética. Ilich incluso llegó a estar una temporada en Colombia, antes de radicarse en un barrio obrero de Caracas. Luego iría a estudiar a Moscú, a la prestigiosa universidad Patricio Lumumba para luego pasar a la Universidad de Westminster en Inglaterra.Es la época cuando se le acusa de preparar un atentado contra el avión del Papa Pablo VI, que iba a recibir a la primera ministra de Israel Golda Meir, en el primer paso para el reconocimiento del estado judío por parte del Vaticano.Eso sin embargo, nunca se confirmó. Lo que sí está claro es que Moscú fue el punto de inflexión en su carrera terrorista: Carlos llegó a Jordania, luego de haber sido expulsado de la universidad en Rusia. ‘El Chacal’, era más bien un zorro que andaba detrás de diversión y mujeres y algunas de sus fiestas llegaron a ser tan estrepitosas como para que los directivos de la Patricio Lumumba tomaran la decisión de echarlo. En ese momento, con los contactos que había hecho en la Universidad, Carlos decide irse al medio Oriente. Su intención inicial era ganarse un cupo dentro de un campo de entrenamiento militar en Jordania. Era el año de 1970 y Carlos tenía una decisión animal para lograrlo. Sin embargo, Antonio Dages-Bouvier, un antiguo amigo suyo, se le interpuso en el camino ofreciéndole vinculación con el Frente Popular para la Liberación de Palestina, en el Cuartel General del Líbano. ‘El Chacal’ entonces, fue un animal sonriente.A partir de ese día Ilich empieza a ser uno más y se inicia como agente operativo de la red antisionista. Le bastaron tres años para que le encargaran una responsabilidad mayor. Su arrojo, el poder de su discurso, sus inocultables características de líder lo habían hecho visible en la organización. En julio del 73 llegó a París como jefe del Boudia: un enclave que les servía de enlace con otros grupos pro-revolución como las células revolucionarias alemanas o el Ejército Rojo Japonés. Ese fue el comienzo de Carlos en Europa. Marcando objetivos israelíes hizo sus primeros viajes vestido de terrorista. Esas fueron sus primeras misiones. Esas son las primeras huellas de ‘el Chacal’.Ese año, de hecho, fue conocida la primera acción que se le atribuye en su rosario de crímenes: el atentado contra Joseph Edward Sieff, dueño de las tiendas de Marks & Spencer y Presidente de la Federación Sionista de Inglaterra. Un año más tarde perpetró su primera toma de rehenes en la embajada que Francia tenía en La Haya.39 años después de aquel comienzo, el final de Carlos tiene todavía una estación más: podría volver a comparecer ante la justicia por el cargo de presunto organizador de otro atentado, esta vez contra una farmacia en París en septiembre de 1974, que causó dos muertos y 34 heridos. Su otra estación, probablemente, le significará otra cadena perpetua.

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