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'Operación Skyfall': un James Bond más vulnerable y menos tecnológico

Con esta película se celebra el aniversario cincuenta de un personaje cuyos conflictos y enemigos han cambiado de acuerdo al momento histórico. Esta vez el agente 007 es más vulnerable y resuelve todo con mayor facilidad. Los años no vienen solos.

20 de noviembre de 2012 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

Con esta película se celebra el aniversario cincuenta de un personaje cuyos conflictos y enemigos han cambiado de acuerdo al momento histórico. Esta vez el agente 007 es más vulnerable y resuelve todo con mayor facilidad. Los años no vienen solos.

Películas como éstas, que hacen parte de la saga de un personaje, despiertan siempre sensaciones diversas y comentarios encontrados de los conocedores y los menos ortodoxos. Una cosa es cierta: después de cincuenta años de mostrarse, contarse, acostarse y enfrentarse, el personaje empieza a agotarse y no es solo cuestión de casting. A pesar de haber sido interpretado por diferentes actores (ver recuadro), Bond ha mantenido su esencia y algo que es mucho más importante, su cuerpo y agilidad intactos. Pero en ‘Skyfall’ nos encontramos con un agente cansado y fuera de forma. Un agente que, tras la interminable secuencia de créditos, aparece ante nosotros como titular de obituario, pues para muchos ha muerto. Pero de muerto, poco: está sumergido en el más profundo anonimato en una playa donde pasa su pena, emborrachándose, ya no con martinis sino con lo que caiga a la mano y teniendo sexo con el mismo criterio selectivo con el que bebe. Entonces sucede lo esperado: un bombazo en las instalaciones de la central de M16 que lo pone en movimiento. El gran llamado a la aventura. Empieza, pues, una película en la que el enemigo resulta ser un exagente sediento de venganza que quiere hacer pagar a aquellos que desgraciaron su existencia. El personaje que está a cargo del español Javier Bardem despierta de inmediato nuestra solidaridad: imposible no ponerse del lado de alguien que puso su vida al servicio de una agencia y un país que le falló en el momento más crítico. Con su actuación, Bardem se roba la atención al construir un personaje inteligente, oscuro y resentido, con su propósito tan claro que no vacila, ni pierde el rumbo. Bond, en cambio es diferente al que hemos visto. Apenas lógico esperar que un personaje de cincuenta años de historias, evolucione. Pero el cambio sufrido por el agente 007 apunta más a su esencia que a su físico como tal. Es cierto que en ‘Skyfall’ nos topamos con un Bond venido a menos. Los años no han llegado solos y han hecho del seductor agente un hombre corriente, medio alcohólico y avejentado, cansado. Así lo encontramos en la historia… Oh sorpresa, el mismo arranque del último Batman. ¿Se acuerda? Bruce Wayne, está en su casa recluido queriendo olvidar su pasado de héroe, hasta que llega aquel policía a decirle que la ciudad lo necesita.Entonces el señor Wayne decide desempolvar todos sus artículos y se reintegra a su vida de súper héroe. Bond también lo hace, cuando regresa a su amada Londres para retornar a su pasado glorioso de agente doble cero. Hasta allí, todo bastante parecido a lo ocurrido con Bond. Esta fórmula exitosa no es exclusiva de Batman. En realidad, esta ruta recorrida por muchos personajes míticos, literarios, cinematográficos y dramáticos, es conocida como el viaje del héroe y consta de 12 etapas que en las que Bond, al igual que en Batman se cumplen a cabalidad. El asunto es que el Bond de antes, no era un héroe, al menos no de esta manera. El astuto Bond que rara vez sudaba y que resolvía todo con ayuda de la tecnología, ha ido transformándose en un tipo rudo, que se ensucia, que resulta herido, que sangra y se despeina. Una rara mezcla entre un Ethan Hunt (‘Misión imposible’) y Jason Bourne (‘El mito Bourne’), un tipo más ágil que inteligente. Más héroe que espía. Este cambio, que muchos justifican como resultado de la desaparición de la guerra fría y de la Unión Soviética, pero más allá de los enemigos, el James Bond de las carreras y los saltos, empezó con Pierce Brosnan, quien le dio al personaje ese estilo que ya conocía bien desde su personaje televisivo de Remington Steele. Con Craig los aportes a Bond han sido de otro estilo y tienen más que ver con un personaje que es más humano. No es resultado del actor sino de la pluma que lo concibe y del director que se encarga de sacar mayor provecho de un personaje que poco a poco ha mutado de la banalidad a lo profundo. El Bond del 2012 incluso tiene antecedentes, una especie de fantasma del pasado que nos da paso obligado al Citizen Kane con su ‘Rosewood’, pero en el caso del 007 es ‘Skyfall’. En esta cinta, la dirección de Sam Mendes (‘Belleza americana’, ‘Revolutionary road’) se siente y se agradece en un tema que le ha sido recurrente y que tiene que ver con el intento fallido de huir del destino. Una especie de tragedia moderna, pero que en el caso de Bond, sublima a medias. Con este nuevo agente, menos tecnológico, menos caliente y más humano habrá Bond para rato. Aunque esta apuesta tal vez moleste a algunos.

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